¿Vivir del paisaje?

Hace poco menos de un mes, la Unesco declaró el Paisaje Cultural Cafetero como Patrimonio de la Humanidad. Dicha entidad reconoció “la autenticidad e integridad del Paisaje Cultural Cafetero y la pertinencia de su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial.

Así mismo señaló la trascendencia de este bien como paisaje productivo y representativo de la cultura colombiana”, como lo reseñó en su momento El Diario del Otún, de Pereira.

El proceso para lograr esta distinción, en el cual se involucraron las autoridades municipales y departamentales de la zona, así como las universidades y la Federación Nacional de Cafeteros, empezó en 2001 y su propósito era exaltar no sólo el indudable valor estético de 47 municipios del Eje Cafetero y el Norte del Valle, sino la relevancia cultural de todos los elementos que hacen parte del mundo del café.

La semana pasada, con motivo del IV Encuentro Nacional de Escritores ‘Luis Vidales’, celebrado en Calarcá, Quindío, volví a este Departamento que no me vio nacer, pero que sí me vio dar mis primeros pasos y hacer mis primeros trazos, imbuido en esa particular atmósfera y con el tango y las melodías montañeras como música de fondo de ese mundo que gira alrededor de un grano de café.

Cada vez que recorro las carreteras y contemplo la belleza de los cafetales en medio de guaduales y matas de plátano recuerdo el deleite de la infancia, cuando por esos mismos parajes caminaba emparamado bajo la lluvia, a sabiendas de que al volver a casa me esperaban con un regaño, pero también con una toalla seca y una muda de ropa recién sacada del armario. Pocas experiencias son más gratas que cambiarse las prendas mojadas y tomarse un café calientico después de un aguacero.

Para celebrar este reconocimiento mundial, el presidente Juan Manuel Santos realizó el sábado pasado, en el Parque Nacional del Café, uno de sus Acuerdos para la Prosperidad, en el cual aseguró que su Gobierno iba a revisar con lupa las implicaciones del desarrollo minero en la región, para evitar que esa industria acabe con el paisaje o perjudique el medioambiente de esa zona, tan golpeada por la crisis en años recientes y donde los índices de desempleo son de los más altos del país.

Sin embargo, vivir sólo del paisaje es materialmente imposible. La importancia cultural y turística del área cafetera, suficientemente avalada y apreciada por propios y extraños, es tan evidente como la necesidad que hay de promover iniciativas que generen trabajo y mejoren la calidad de vida de sus habitantes. Un buen punto de partida sería la puesta en marcha de un ferrocarril moderno que comunique esta zona con el Sur-Occidente del país, como ocurría en otros tiempos. Sería la locomotora bandera de su Gobierno, señor Presidente.

Credito
COLPRENSA

Comentarios