Aterrice, Vice

Desde hace ya varios años, pese a la pregonada bonanza económica que supuestamente vivió el país en la era Uribe, Colombia se encuentra entre los países más inequitativos del mundo y es uno de los más desiguales del Continente, superado solamente por Haití.

Ya en ocasiones pasadas nos hemos referido a ese tema en este espacio, recordando que países como Bolivia, Nicaragua o El Salvador tienen índices de desigualdad menos peores que los nuestros.

Esas vergonzosas cifras han sido el combustible que sirvió para alimentar el descontento que sembró el vicepresidente Angelino Garzón cuando resolvió invitar a los técnicos de la economía a hacer mercado en Corabastos con 190 mil pesos, que supuestamente es la suma que necesitaría cada mes un colombiano para dejar de ser catalogado como pobre.

Sin lugar a dudas esa fue una gran metida de pata (otra) del VP, porque en los asuntos de la economía se manejan unos términos y unas cifras que vistas fuera de contexto dan para muchas discusiones inanes, que en muchos casos pueden volverse peligrosas.

Garzón se agarró de un dato calculado por expertos para agitar un discurso demagógico (y quizás electorero) que no sirvió para resolver absolutamente nada y que en cambio despertó una oleada de protestas de personas que, al igual que el alto funcionario, no entienden cómo funcionan las ciencias económicas.

Grosso modo, vale la pena anotar que los estándares internacionales, particularmente los del Banco Mundial, sitúan en la línea de pobreza a quienes subsisten con menos de dos dólares al día, cifra que es incluso inferior a los manidos 190 mil pesos, gracias a los cuales Angelino quiso erigirse en defensor de los descamisados de este país, en un gesto que tiene más de populismo que de aporte real a la solución del grave problema de inequidad que afecta a nuestra sociedad.

Aunque es innegable que dicha suma no se compadece con las necesidades del grueso de la población más vulnerable, es preciso tener en cuenta que ese dato no funciona aislado, sino que se relaciona con otras variables económicas y, por lo tanto, no puede tomarse aislado para usarlo como argumento para empezar a reclamar justicia social.

Con ese mismo criterio se podría caer en el error de denunciar el bajo monto del salario mínimo, arguyendo que en Estados Unidos, por ejemplo, un obrero gana en una semana lo que uno colombiano gana en un mes.

La economía es una ciencia muy compleja y los altos funcionarios del Estado no pueden salir a decir lo primero que se les viene a la cabeza, sin que sus declaraciones causen hondas repercusiones, tal y como se vio en los días pasados tras las desafortunadas opiniones del VP.

Angelino Garzón puede tener las mismas inquietudes, sensibilidades y preocupaciones que cualquier colombiano de a pie, pero no es cualquier colombiano de a pie.


DESTACADO

Los estándares internacionales sitúan en la línea de pobreza a quienes subsisten con menos de dos dólares al día.

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Colprensa

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VLADDO

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