Palos en la rueda

Nada más inconveniente que la prematura puesta en escena del tema de la reelección presidencial, cuando hoy se percibe con claridad que las anteriores iniciativas prácticamente dieron al traste con la pasada administración.

Sorprende que sea justo el Partido Liberal -que ahora trata de definirse con el lema “Ideas que gobiernan”- el que la ponga sobre el tapete, en el momento en que se necesita la cohesión de la conformada Unidad Nacional en torno a importantes enmiendas que se propone adelantar el Gobierno, y que deben ser concretadas en las próximas legislaturas. Por otra parte, se requiere de un apoyo sólido para dar desarrollo y ejecutar las leyes ya aprobadas, en especial las de restitución de tierras y reparación de víctimas, en las que esta agrupación política tuvo destacada participación, gracias al trabajo de algunos de sus parlamentarios, en especial del senador Cristo y el representante Rivera.

La llamada sequía de poder, que padeció el liberalismo en la última década, no justifica que su Director, en forma habilidosa, pretenda acaparar este planteamiento de mero oportunismo en el que se devela un afán protagónico. La posibilidad de reelección del actual mandatario se puede dar tranquila y fluidamente, como fruto de un trabajo persistente que concrete cambios profundos en la sociedad colombiana, dentro de los que ocupa lugar preponderante el desgastado ejercicio de los partidos, que incluye exterminar vicios de corruptela y componendas clientelistas presentes, con todo su furor, en estas elecciones regionales.

No se percibe, con la visibilidad deseable, una dinámica vigilante sobre el comportamiento ético de algunos de sus representantes y candidatos, y, en ese menester, la Dirección debería destinar una mayor proporción de su tiempo y de sus preocupaciones, para evitar que el resurgimiento del Partido Liberal sea una burbuja sin contenido y, más temprano que tarde, vuelva a exhibir la misma conducta y a enredarse en los mismos escándalos que lo alejaron de la opinión pública.

Sería muy frustrante que por mezquindades y angustias cortoplacistas, se esfumara la esperanza nacional que ha despertado la actuación del presidente Santos. Alimentarla ideológicamente, rodear y animar una acción de amplio contenido social, y contribuir con su ejemplo a erradicar la corrupción, marcaría la diferencia y encarnaría un liderazgo político remozado para la colectividad.

Credito
ÁLVARO BELTRÁN PINZÓN

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