Una lección extra futbolística

Diego Fernando Jiménez

Terminó el sueño mundialista para los colombianos. Para los jugadores, para el cuerpo técnico, para los compatriotas que viajaron a Rusia a acompañar a la tricolor, para las marcas patrocinadoras, para quienes hicimos fuerza desde la pantalla y también para Luis Felipe Gómez y Guillermo Cárdenas, a quienes recordamos por su exposición mediática luego del encuentro Colombia vs. Japón. En realidad el sueño para ellos ya había terminado, al primero por estar vinculado al supuesto consumo de licor en el estadio Mordavia Arena de la ciudad de Saransk, registrado en video, donde junto a otros compañeros expresaron haber burlado la seguridad rusa y el segundo por el repudiado hecho de ofender a dos mujeres niponas, a las afueras del mismo estadio.

Mucho se ha dicho de estos dos episodios que marcaron la agenda de los medios nacionales e internacionales y que también se volvieron virales y fueron tendencia en las redes sociales. Y es que más allá de la discusión moral que se dio, y donde se escucharon o leyeron frases de parte y parte como “es que así somos los colombianos, alegres” o “qué vergüenza, los buenos somos más, esos dos personajes no nos representan”, lo cierto es que las conocidas decisiones de la Cancillería de Colombia y de la Fifa contra Luis Felipe y Guillermo los marcó tanto en su vida personal como laboral, a tal punto que nos deja una lección extra futbolística a todos los colombianos y a quienes de alguna manera representan una marca.

El caso que más impactó por la consecuencia generada, fue el de Luis Felipe Gómez, a quien Avianca despidió por considerar, en un comunicado difundido en su cuenta en Twitter, que el funcionario “violó la ley y normatividad vigente en el marco mundialista”. Dicha decisión generó muchos comentarios a favor y en contra de la marca. Algunos consideraron que la entidad fue injusta al no escuchar al colaborador de la aerolínea y otros aplaudieron tal determinación.

Esta fue una polémica colateral del primer acontecimiento donde se esgrimen argumentos también muy válidos. Pero, casualmente y en fecha cercana a lo ocurrido en Rusia, la Corte Constitucional dio una estocada final, se pronunció sobre el caso de un contratista al que despidieron porque se divulgaron imágenes íntimas de él en una cuenta falsa de Twitter. Según el fallo del alto tribunal, no se puede despedir a un empleado por la publicación de contenido personal o íntimo en las redes sociales.

De esta manera queda claro que el empleador tiene control exclusivamente sobre el trabajador en el ámbito empresarial o laboral.

Sin embargo, entre líneas, Avianca le envió un importante mensaje de ética a la sociedad colombiana. El texto que acompaña el comunicado en Twitter, reza: “Rechazamos toda actuación que vaya en contravía de nuestros principios y valores”.

Yo sé que es un tema supremamente polémico, pero me quise detener en estas dos palabras: principios y valores. En la era de la humanización de las marcas, vemos que Avianca sintió que la actuación de su funcionario iba en contravía de sus principios y valores corporativos, elementos claves a la hora de una compañía determinar quién quiere que la represente y quién no.

Y si bien es cierto el fallo de la corte respalda a aquellos que defienden la coexistencia de un comportamiento laboral y otro personal muy distinto, es importante que los colombianos sepamos que hay una tendencia global de incorporación laboral que consiste en indagar profundamente en la vida personal de los aspirantes a cargos directivos, donde la filosofía que impera es, en un lenguaje sencillo: si es buena persona funciona y lo que no sepa del cargo se lo enseñamos. Esto ha llevado a las empresas de hoy a buscar a los candidatos en sus redes sociales, y así analizar su forma de comportarse y expresarse, para saber si son compatibles con sus principios y valores.

En ese orden de ideas, y más allá de la norma que ampara a quien quiera actuar a su parecer en su vida privada y social, es claro que algunas compañías no están dispuestas a contratar a personas que tengan un comportamiento que no sea coherente con su filosofía de marca. Esto toma importancia si tenemos en cuenta que hay funcionarios de diferentes empresas que “chicanean” en sus redes sociales con el hecho de trabajar en x empresa; se les ve fotos publicadas en Facebook e Instagram con uniformes corporativos o compartiendo las actividades labores en sus perfiles. Por lo anterior, cada persona debe ser consciente que la marca para la cual labora, tiene el derecho a temer sobre su comportamiento personal.

Y quienes no exhiben la marca en sus redes, tampoco se eximen del cuidado que deben de tener con ella, pues su empresa los impregna de tal manera que su rostro en reuniones corporativas o sociales es sinónimo de la marca, para lo bueno como para lo malo, y ahí hay una responsabilidad enorme. Enorme como la responsabilidad de Avianca de ser bandera de Colombia en el mundo.

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