Éticamente responsables

Columnista Invitado

Uno de los postulados más interesantes de Max Weber que bien puede ajustarse a los procesos políticos y electorales que se avecinan en el país, tiene que ver con la ética, a ello Weber le llamó “la ética de la responsabilidad”.

Según esa lógica, para ser un buen gobernante, se debe ser éticamente responsable y responsablemente ético, y ello debe empezar desde que alguien decide asumir un liderazgo político, aglomerar un grupo de simpatizantes, y lanzarse a algún cargo de elección popular.

Para Weber esa ética de la responsabilidad debe permitirle al individuo, y en este caso a quien se encuentre inmerso en procesos políticos; entender que su semejante no es perfecto, que es un ser humano con distintas necesidades y angustias; alguien a quien probablemente haya que tenderle la mano no solo para una foto, sino para ayudarle a solucionar sus problemas por pequeños que parezcan, y alentarlo a construir colectivamente una idea de ciudadanía.

La realidad del país hoy indica que el ejercicio político está deteriorado y permeado por vicios de corrupción e ilegalidad, justamente porque no existe una responsabilidad social, ni un compromiso real de ser ético, la sociedad se niega a dejar atrás el “todo vale” al que algunos se han malacostumbrado.

Por mucho tiempo la forma como se ha hecho política en el país, ha demostrado un escaso interés por lo humano, entendido esto como lo esencial para la transformación de las realidades que aquejan a las personas, el sentimiento empático es poco vivido por los actores políticos y ello trae como consecuencia la desacreditación del importante papel de estos, quienes en muchas ocasiones son tratados de manera peyorativa, pues los ciudadanos no los advierten como iguales, son las desgracias de no haber asumido el compromiso ético de la responsabilidad política por sus antecesores.

Por estos días ya abundan los discursos y las promesas de siempre a lo largo y ancho del país, y muy seguramente, hará falta quien recoja completamente la ética de lo responsable, y aquellas reflexiones en donde el candidato se pone verdaderamente en los zapatos de su elector. Quizás con ello bastaría, no para cambiar en un solo intento la forma de hacer política en el país, y especialmente en el departamento, sino para empezar a generar ese tipo de reflexiones, en diferentes escenarios: academia, medios de comunicación, las calles, las reuniones sociales: Pongamos de moda ser éticamente responsables, volvamos “chévere” ser sujetos íntegros. Aquella sería una gran lección para quienes en unos cuantos meses, estarán ocupando curules y escritorios del gobierno y dirigiendo nuestros destinos.

Rector UT

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