Pensamiento crítico: Oportunidad de mejora

Columnista Invitado

Inicio por reconocer que no me di cuenta en qué momento en Colombia se decretó que se tenía que pensar igual a como piensa el gobierno de turno y quienes lo respaldan, si es que existe decreto alguno. Tampoco entiendo por qué se le tilda de socialista, comunista, castro chavista y un sinnúmero de apelativos a quien piensa diferente.
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Las anteriores inquietudes las planteo porque entiendo que Colombia es un país demócrata, donde cabe el libre pensamiento, la capacidad crítica de sus habitantes; más cuando hoy Colombia cuenta con ciudadanos formados profesionalmente, muchos de ellos con estudios de posgrado, profesionales que no comen entero y que se pronuncian en virtud a la lectura que realizan de la realidad que observan.

Tampoco veo porque se tiene que estar matriculado en algún grupo político para poder pensar y pronunciarse frente al acontecer del país. Considero que todos los colombianos tenemos el derecho de analizar la realidad. En lo personal, me enerva el grado de injusticia, inequidad, pobreza, corrupción, ambición; no comulgo con las roscas o concentraciones de poder, que llaman. ¿Será que no aceptar los anteriores hechos es ser uno de izquierda o comunista? Pues creo que no.

No comparto el señalamiento contra ningún ser humano, ello es estigmatizarlo, acrecentar la polarización, la confrontación y poner en peligro la vida de quien piensa diferente. Creo que llegó la hora de desarmar los espíritus y desarrollar objetividad a partir de aceptar la crítica. Dejar a un lado el apasionamiento y colocar en su justa proporción el agradecimiento hacia alguien en particular por un favor recibido o simplemente por amistad.

Considero nada sano que tengamos que vivir en medio de una polarización que agobia y nos desgasta. Que haya diferencia de pensamiento es válido, ello enriquece el análisis sobre el acontecer diario y por ende permite encontrar diferentes caminos para resolver los problemas. Hoy tenemos uno de gran magnitud que debe ser objeto de análisis como es la crisis económica del país en virtud al Covid-19.

Qué bueno que en lugar de estar señalando a los contradictores de pensamiento nos uniéramos a construir desde la diferencia, de tal manera que desde orillas distintas se trabaje por la tierra que nos vio nacer: Colombia, el Tolima e Ibagué. El trabajo mancomunado, serio y respetuoso da excelentes resultados. Desde luego que para ello se hace necesario establecer reglas de juego claras y transparentes. Son muchos los colombianos con profundas necesidades que esperan, de quienes son sus líderes políticos, proyectos y programas conducentes a lograr el desarrollo de sus territorios y por ende el bienestar de sus pobladores.

Ejemplos de trabajo colectivo que se han dado en el mundo son muchos; o si no miremos lo realizado por los japoneses después de la segunda guerra mundial, que, a pesar de quedar totalmente derrotados, se supieron levantar y hoy en día son una de las potencias del mundo. La pregunta es ¿Cómo lo lograron? Y la respuesta es sencilla, reconocieron en primera instancia el estado en que habían quedado, sacaron todas las fortalezas de su raza y las pusieron al servicio de su país y su gente, trabajando todos por el mismo objetivo como fue recuperar la economía y el territorio de la situación en que había quedado después de la guerra en mención.

Ese es un ejemplo que debemos revisar, y surge de él el siguiente cuestionamiento: Si ellos pudieron, ¿por qué nosotros no lo podemos hacer? Insisto es cuestión de cambio de actitud, de voluntad política, es decir, de querer hacerlo sin ningún afán de protagonismo individual y sí mucho trabajo grupal. No esperemos caer a la profundidad, realicemos ya un ejercicio colectivo de autoanálisis serio, franco honesto, transparente con todas las fuerzas vivas o al menos con representantes de todos los sectores de la sociedad, seguro que ello nos permitirá encontrar las razones de nuestro atraso, y a partir de allí construir un nuevo norte, enmarcado dentro de la ruta del mejoramiento continuo, tal como lo hiciera el Japón.

El llamado es actuar ya. No podemos permitir que la insatisfacción que se expresa en las reuniones de amigos alrededor de un buen café o un sabroso trago nos siga carcomiendo y quede ahí. Actuemos y actuemos ahora. Construyamos un tanque de pensamiento que genere presión social y proponga acciones a desarrollar a quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones, que entre otras cosas fueron elegidos por nosotros. Ellos deben entender que no están liderando un negocio particular, todo lo contrario, están liderando un negocio social que tiene como objetivo lograr el bienestar de todos y no de unos pocos. ¿Cuándo empezamos?

FÉLIX RAMÓN TRIANA GAITAN

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