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Sin embargo, el drama de su familia no terminó ahí, su madre se encontraba en embarazo, por lo cual tuvo que ser internada tras ser informada de la suerte de su hijita. A los Samboní no les quedó otra alternativa más que regresar a su tierra de origen, el Tambo, municipio de Bolívar, de donde nunca debieron salir.
A la par de estos tristes acontecimientos, se sucedían otros no menos preocupantes, el día 9 de diciembre de 2016, el vigilante del edificio Equss 66, Fernando Merchán, aparecía muerto en su residencia al sur de Bogotá, siendo un testigo clave del caso; consideramos que fue algo muy conveniente para la investigación.
A su vez la Notaria 21 de Bogotá advertía a la Fiscalía que el hermano del monstruo abogado Francisco Uribe Noguera intentaba vender el apartamento del edificio de Equss 64, lugar donde vivía el asesino.
Un Juez Penal se segunda instancia condenó a Rafael Uribe Noguera a 58 años de prisión y a pagar una multa de $955.458.966; sin embargo, el violador ha manifestado que no tiene plata para indemnizarlos y de acuerdo con un seguimiento realizado por la fiscalía a sus bienes, este se encuentra totalmente insolventado; dicho en otras palabras no va a pagar un solo peso a la familia Samboní.
La fiscalía imputó cargos por el delito de favorecimiento a los hermanos Catalina y Francisco Uribe Noguera, quienes deliberadamente omitieron dar información a las autoridades el día de los hechos que hubiese evitado el sufrimiento y la muerte de Yuliana y además ocultaron evidencias como los mensajes de WhatsApp; no obstante, fueron absueltos y en estos momentos se espera con pocas expectativas el fallo de segunda instancia.
Al hermano abogado Francisco Uribe Noguera quien pertenecía al prestigioso bufete Brigard Urrutia, se le inició un proceso disciplinario el cual fue rápidamente archivado.
En el Tambo, Juvencio se gana 12 mil pesos al día, con ello debe sostener a su esposa, su otra hija de cuatro años y a Julián el niño que nació después del asesinato de Yuliana con una afección cardiaca producto del estrés de su madre. Con ese jornal, la vida de los Sambonì se torna difícil, mientras su esposa se consume en la depresión, continúan a la espera de un subsidio de vivienda que el Gobierno les prometió, pero hasta el momento solo han recibido 30 gallinas, unos bultos de cemento y 200 ladrillos.
Algunos medios de comunicación se han empecinado en generar lástima o compasión porque el monstruo de chapinero está un poquito acalorado en la celda de la cárcel de máxima seguridad en Valledupar donde se dedica a hacer maquetas.
A estos medios queremos decirles que no lo lamentamos y ojalá se pudra en los profundos avernos.
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