La poesía como aliada

Columnista Invitado

En este 2020 sentimos que la muerte nos respiró en la nuca, que estuvo suelta y desbocada, muy cercana. En este escenario de pandemia, sorprendió gratamente la tendencia de muchas personas en el mundo a expresarse sobre lo trascendental, sobre los aspectos más sensibles de la existencia humana, sobre las valiosas “cosas simples” de la vida, tal y como lo hace la poesía.
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Por momentos, pareció que la poesía había podido recobrar con fuerza su virtud salvadora y solidaria, tanto para expresar nuestro dolor y desolación frente a las circunstancias del devenir, a las que siempre estaremos sometidos, así como para olvidarnos por momentos del mundo en que vivíamos y darnos cuenta que plasmar profundos sentires por medio de palabras se da en todos nosotros y no sólo en el sector iluminado y entrenado de los declarados poetas.

La poesía carga la mala imagen de ser al extremo romántica; que raya en la cursilería, que tradicionalmente ha sido mal usada como símbolo de refinada cultura en la “gente de bien”. Lo cierto, es que nunca ha estado ausente cuando la humanidad se ha enfrentado a crisis, históricamente ha surgido entre guerras, pandemias, enfermedades y sufrimientos, como una aliada que libera y salva, porque la poesía no solo es dolor, es, sobre todo, esperanza. En este sentido, la poesía también es consciencia, porque no es melancólica y del todo abstracta, nos permite recordar la a veces olvidada condición natural de fragilidad y vulnerabilidad ante las circunstancias externas del mundo, la comprobación de que definitivamente somos leves briznas al viento y al azar, que, como dicen las estrellas: los fugaces somos nosotros.

La oportunidad que se presenta para la poesía durante y después de esta pandemia, puede ser una puerta para recobrar el lenguaje sensible, humano y profundo sin temor al ridículo, poder cantar nuestra complejidad humana, hablar de la existencia, de la muerte, del amor o el desamor sin necesidad de ser versados literatos. Las expresiones poéticas muchas veces nos permiten darnos cuenta que gran parte de nuestra naturaleza como seres humanos se ve extraviada en la cotidianidad laboral, también que nuestros mejores años de la vida se esfuman frente a la pantalla de un computador o que mucho de nuestro fulgor vital se enfoca en resultados fútiles que muy fácilmente los esconde el tiempo y en nada trascienden.

En estas épocas convulsas del mundo actual, donde la muerte nos pisa los talones, es necesario contar con la poesía como aliada, para que nos permita explorar nuestro dolor, nuestra esencia y nuestras esperanzas, recordar que, por ejemplo, a Mandela lo acompañaron los bellos versos de William Ernest Henley en las horas más oscuras, versos que hoy nos deben acompañar a nosotros: “Más allá de la noche que me cubre/ negra como el abismo insondable/ doy gracias al Dios que fuere por mi alma inconquistable....”

Así pues, en este 2021 hay que andar con la poesía bajo el cinto, con seis versos bien cargados, para cuando sea necesario, estar dispuestos a jugarnos la vida en cada suspiro.

FELIPE ALEJANDRO GONZÁLEZ

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