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El dictador Putin y la mayoría de ciudadanos rusos que lo sostienen en el mando, envidian y hasta odian nuestra cultura occidental; lo que sucede es que a lo largo de la historia moderna en occidente hemos venido edificando un legado cultural, fundado en una devoción marcada por el concepto de libertad de los ciudadanos, el cumplimiento de los derechos humanos y la observancia del derecho internacional en sus versiones pública y privada, esta última versión ha permitido que nuestras empresas contribuyan con el proceso productivo del país donde se instalen, colaborando activamente en el proceso de desarrollo económico interno de esos países. La cultura occidental propugna por un mundo libre, competitivo y esencialmente democrático. Nuestras organizaciones internacionales de orden público como la ONU Organización de Naciones Unidas, el CE Consejo de Europa que representa a la Unión Europea y la OEA Organización de Estados Americanos que dicho sea de paso nace con la Carta de Bogotá en 1948, tienen como objetivo fundamental auspiciar la paz de las diversas regiones del mundo y asegurar una pacífica convivencia con constante desarrollo social, económico y político.
Por estas razones expuestas y creyendo que Occidente pasa por un momento débil Putin atacó a Ucrania país que quiere anexarse a la OTAN por sentirse libre y demócrata, arrasándola y perpetuando el genocidio más infame visto por la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial que provocaron los nazis al mando de Adolf Hitler y el propio Joseph Stalin quienes asesinaron a millones de personas incluidas de sus mismos países inspirados por su anarquía y su infinita maldad pretendiéndola ocultar argumentando razones de naturaleza política. Putin persigue reconfigurar a la antigua URSS que se desmembró ocasionado por una serie de conflictos internos, que obligaron al Sr. Mijail Gorbachov su presidente a desmembrarla porque ellos mismos estaban literalmente
tragándose y no es verdad que Occidente interviniera en ese momento histórico para sacar beneficio de ese hecho político interno de esos países.
De otro lado no existe una razón válida en términos absolutos, que justifiquen que la Unión Europea dependa enteramente de los suministros energéticos y de proveeduría de alimentos de Rusia, teniendo como aliados a América entera pero en particular a Suramérica, pues en manera especial no le ha brindado una oportunidad a este continente para no solamente ser el pulmón del mundo dado la producción de oxigeno de la Amazonia, sino más aun, en no apoyarla para convertirla en su despensa alimentaria y de material energético como petróleo y gas; en mala hora para ellos los europeos por su visión corta ante un mundo globalizado y olvidándose de la historia han preferido enriquecer a sus verdugos rusos y ahí tienen las consecuencias, lo cual indica un hecho lamentable que es la ausencia de líderes en este momento aciago que vive el mundo.
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