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Igualmente, el Emperador a su vez en esta oportunidad, concede a Don Pedro Fernández de Lugo, también conocido como el Adelantado de Canarias licencia para efectuar a nombre de la Corona Española la conquista del futuro Virreinato de la Nueva Granada. Siendo así, Don Pedro Fernández obtiene la licencia oficial de la Corona y el titulo de gobernador de esas tierras y a su vez la concesión otorgada para efectuar su correspondiente conquista con el compromiso de respetar las tierras comprendidas por el gobierno de Cartagena de Indias y Santa Marta que habían sido otorgadas a Don Rodrigo de Bastidas, quién había nacido en Triana Sevilla y había explorado el Litoral Atlántico Colombiano desde la alta Guajira hasta el Golfo de Urabá y el Itsmo de Panamá y había fundado la ciudad de Santa Marta el 29 de julio de 1525 y es quien se constituye en el primer español en poner pie en tierra en territorio colombiano y quien viene a morir en la Isla de Cuba enfermo y venido a menos el 28 de julio de 1527.
Siendo así, Don Pedro Fernández de Lugo decide por insinuación de su hijo Luis Alonso Fernández quién lo acompañaba permanentemente a nombrar al letrado de origen judío Don Gonzalo Jiménez de Quesada quién nace en 1509 en la ciudad de Córdoba, España y fallece el 16 de febrero de 1579 en Mariquita, Tolima Colombia siendo sus padres Doña Isabel de Rivera Quesada y Don Luis Jiménez de Quesada, en consecuencia quedando de tercero al mando de la
expedición después de Don Pedro y Don Alonso. Habida cuenta razones expuestas, la expedición al futuro Virreinato de la Nueva Granada zarpa de las Islas Canarias con destino al Mar Caribe con 17 barcos, cargados de hombres marineros, esclavos negros, mujeres y todo tipo de animales y de enseres domésticos, configurándose así la expedición más grande realizada sobre las nuevas tierras americanas por parte del Imperio Español, el 17 de noviembre de 1535 con destino a América, tomando rumbo Sur Oeste las Islas Azores y luego girando rumbo Este al Sur del Mar Caribe, llegando a tocar la población de Antigua ubicada en el Golfo del Darién y después dirección Norte navegando por un hermoso Mar azúl caribeño hasta llegar a Santa Marta fundada en 1522 por Don Rodrigo de Bastidas, al cruzar por Bocas de Cenizas desembocadura al Océano Atlántico del gran rio de la Magdalena, Don Pedro decide iniciar propiamente la conquista remontando por las aguas del rio. Esto hace necesario adquirir sendos bergantines, pequeños barcos acorazados para hacerlo y para tal efecto el encargo de efectuar la compra de los barcos en España, designa a su propio hijo Don Luis Alonso Fernández quién una vez estando en la Península decide gastar el dinero en sendas juergas en Sevilla donde era suficientemente conocido. Este acto de traición a Don Pedro le provoca una fuerte depresión quien a causa de dicha ofensa muere de pena moral en la ciudad de Santa Marta en el año 1536.
En estas circunstancias le correspondía a Don Gonzalo Jiménez de Quesada tomar el mando de la expedición y decidir el rumbo de la misma; la toma de tamaña decisión, lo hace teniendo en cuenta el criterio de la Princesa Aurora, hija del Cacique Samario Rujié de evadir el rio tomando el atajo formado por el rio Opón, una vez remontada la Serranía de los Muzos dominio de las tribus Moskas y Mosquitos en donde la princesa Lili prima hermana de la princesa Aurora hija del cacique Moska Newe los recibiera. Para tal efecto la princesa Lili organiza un ritual consistente en una danza ejecutada por un grupo selecto de doncellas mediante la cual efectuando movimientos de hombros, senos y caderas danzaban alrededor de una enorme roca de cristal de color verde esmeralda semejante a un altar por la manera como refractaban los rayos de luz del candente sol lanzando colores por todo su cuerpo y a su vez en su danza sacaban de pequeñas mochilas terciadas al cuello manojos de flores silvestres de todos los colores, que lanzaban al viento creando una escena bellísima, llena de un colorido inusual. A la sazón Don Gonzalo bastante maltrecho dado los avatares de la travesía y de las heridas recibidas, era esperado por esta singular comitiva frente a un gran lago de aguas cristalinas proveniente de sendas cascadas cuya agua al ser atravesada por los fulgurantes rayos de un sol ardiente formaban un hermosísimo arco iris de colores que lo hicieron sentir vivo de
nuevo y pletórico por haber recuperado sus fuerzas vitales y así poder continuar con su gesta descubridora.
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