Todo indica, que seguimos igual

Columnista Invitado

El pronunciamiento de Bertrand Russel así estemos en 2022 tiene vigencia, “la humanidad tiene una moralidad doble: una moral que predica y no practica y, otra, que practica, pero no predica”. No se necesita mayor esfuerzo para validar lo planteado, basta con observar el comportamiento de muchos coterráneos que en círculos cerrados critican el actuar de quienes tienen un accionar no muy transparente, sin embargo, socialmente están con ellos, se pavonean, se saludan fraternalmente de abrazo y posan para la foto con ellos.
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Lo preocupante no es eso, es el mensaje que están enviando a quienes les rodean especialmente a quienes están en proceso de formación, es decir, a los jóvenes. 

Cada vez que observo lo anterior me pregunto cuáles son los motivos que conducen a la doble moralidad, ¿incoherencia o necesidad? Incoherencia dado que dicen una cosa y actúan en forma diferente a lo que dicen. O necesidad dado que se ven obligados a respaldar a quienes critican porque quizás ellos les pueden suplir necesidades que padecen.

La realidad es esa, una sociedad constituida por quienes tienen más poder que otros, como decía mi abuela “por quienes tienen el sartén por el mango”, el poderío de los primeros puede ser en lo político, económico o social. Quienes no lo poseen están obligados a sacrificar su dignidad y forma de pensar en aras de conseguir sus objetivos. 

De lo anterior se puede inferir que todo actuar humano se da por un interés personal que en muchas ocasiones obliga a romper reglas y a sacrificar principios y valores. 

Miremos a manera de ejemplo: quien busca empleo (necesidad) debe valerse de las fastidiosas palancas, es decir, debe arrodillarse ante quien tiene poder o son oferentes de oportunidades laborales, lo cual de forma anticipada les obliga a respaldar a quien le tiende la mano, esto es muy común en el sector público, ahí están los votos, el sector privado no se escapa de ello.

Otro ejemplo muy conocido por todos, es lo que hace el presidente de la república cuando se propone sacar un proyecto adelante (interés), previamente le toca que hacer el lobby ante quienes tienen la responsabilidad de aprobarlo, aprobación que está sujeta a la cantidad de mermelada (interés) que esté en juego, de no hacerlo, lamentablemente el proyecto hasta ahí llega. Todo es necesidad o interés personal. 

Debo reconocer que este tipo de actuaciones no las entiendo y no las comparto, en primera instancia porque son rezagos de una sociedad esclavista aprovechada, además porque son hechos que atentan contra la dignidad humana. Unos que se aprovechan del poder y otros que se ven obligados a venderse. Pregunto: ¿Dónde está la valoración de las capacidades y fortalezas de los seres humanos? ¿Dónde está los procesos meritocráticos transparentes?. Creo entender que aquí nace parte de la problemática social que vivimos, es el alimento de la inequidad y la injusticia y por ende la razón de la incoherencia y doble moralidad.

En ese sentido la sociedad es un juego de poderes donde quienes lo tienen le sacan provecho y quienes no lo tienen se ven obligados a sacrificar su línea de pensamiento y actuación. Por consiguiente, los cambios sociales difícilmente se darán mientras se mantenga dichas condiciones.  

Hay una alternativa, intervenir y cambiar la cultura de la actual sociedad a partir de implementar una verdadera educación integral de calidad, que desarrolle pensamiento crítico y argumentativo.

No se trata solamente de establecer y cumplir requisitos para demostrar la calidad institucional, se trata de obtener resultados y que mejor que una sociedad culta y crítica a partir de su gente, solo así podemos tener la ilusión de cambiar. Hay que defender la capacidad de argumentación, el pensamiento crítico y el actuar independiente. 


 

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Félix Ramón Triana Gaitán

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