¿Culpable cuál especie?

Columnista Invitado

La vida humana es lo más valioso. El pasado 27 de abril falleció una persona que coincidencialmente transitaba por el lugar donde, la evidencia del cambio climático -que todos sin excepción hemos contribuido a acelerar- se sumó al maltrato acumulado por largos años e hizo que un individuo de otra especie colapsara. El árbol no persiguió a la lamentada víctima. Pero muy probablemente ahora sus congéneres serán más perseguidos.
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Por otra parte, según Democracia Abierta desde nov de 2016 más de 1.200 líderes ambientales han sido asesinados, de los cuales uno cada dos días aproximadamente, en 2020. Ellos sí , perseguidos e intencionalmente ultimados por contribuir a la supervivencia de todos nosotros, por trabajar a favor del medio ambiente. Ese mismo que puede mantenerse saludable si entre otras acciones cuidáramos o al menos no maltratáramos los árboles.

  Las intervenciones de obra civil que actualmente se proyectan para Ibagué carecen de los análisis y las previsiones mínimas en este sentido. Se centran en la obra dura, en las cifras de metros cuadrados que pueden significar rédito económico o indicar cumplimiento en el ejercicio de un cargo. No menos se puede esperar cuando las facultades de ingeniería y arquitectura fallan de manera desvergonzada y persistente en este sentido, en la formación de los próximos profesionales que en pocos meses saldrán a ejercer y a contribuir a la catástrofe ambiental.

El 3 febrero pasado, algunos ciudadanos preocupados al respecto de los mencionados proyectos, logramos la reunión de tres gremios: la STI, La SCA Regional Tolima y la SAP (Sociedad Colombiana de Arquitectos Paisajistas). Luego, apenas en marzo la STI y la SCA remitieron la comunicación correspondiente, la cual aún hoy no recibe efectiva atención por parte de las autoridades municipales.

Para el día en que lo hagan, necesitamos consensuar soluciones de fondo yendo a las causas de las catástrofes, porque bien sabido se tiene que no es con pañitos de agua tibia como lograremos un hábitat sano, razonablemente vivible para esta y las siguientes (si es que sobreviven) generaciones. Y la primera de esas causas es que no se ha reconocido la subyacencia de la naturaleza y su valor en la cotidianidad urbana. Quitan y ponen árboles como si de postes o canecas se tratara, los acorralan y los relegan al último lugar en el orden de prioridades y de presupuesto. Muy diciente, en desatención a la naturaleza en la ciudad es la inexistencia oficial un plano del sistema hídrico del municipio. El único cercano se denomina “amenazas lahares”. Así se educa, insinuando que el agua que nos mantiene vivos es una amenaza. ¡Esto es aberrante!

El día del suceso que motiva esta reflexión, Caracol radio comunicaba: “Las autoridades adelantan una investigación para determinar porqué colapsó este árbol desde la calle 10, además que entidad o contratista realizaba las labores sobre el sector, situación que habría ocasionado la emergencia”.  El gráfico a continuación explica la causa original.

El árbol “no tuvo la culpa”, la pudrición del tronco a causa de infraestructura inconcientemente planeada sí. Que no se condene a los sobrevivientes, corresponde atenderlos y cuidarlos. En consecuencia, urge la concientización de las autoridades, de los profesionales en ejercicio, de la academia misma; urge la interdisciplinariedad y el diálogo con la comunidad. Urge el reconocimiento, la lectura correcta y el posicionamiento de la naturaleza, en las políticas públicas urbanas y de su papel fundamental en la supervivencia de los ciudadanos.

En respuesta al título: ¡Sin buscar culpables, dialoguemos soluciones y actuemos ya!

Gloria Aponte García

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