Pregunta el padre De Roux: ¿Dónde estaba usted?

Columnista Invitado

En junio se nos hace esta pregunta en el informe de la Comisión de la Verdad. Me tomó tiempo responder, dada la importancia y el sentir de este acontecimiento de nivel nacional.
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Estaba en mi patria, en la gran tragedia representada en el “Teathron” griego; donde todo se mueve y no se mueve. Entre paredes, actores, utileros, escenografistas y otros varios. Todos unas veces en el Koilon, la Skené o la Orchestra.  

Viviendo, como en el juego de mi infancia: “Electric” o “Estatua”, por cada toque de violencia “electric” y en cada espanto “estatua”. Y ahí estaba yo; estatua, impávido, inhábil, pensando, entendiendo y procesando: ¿Cómo se desmorona y se cae todo? Y me digo: ¡es la naturaleza humana! 

Y ahí estaba, conviviendo con mis ancestros, que corriendo de la violencia de los cincuenta “electric” llegaron a las ciudades. Y encontraron ciudades hostiles, duras, que doblegan valores, y viviendo así; trascurría todo, como estatuas. Y todos viviendo entre párrocos y capos, militares y guerrillas, buenos y malos, periodistas y lectoescuchas, políticos y el pueblo, hombres de bien y hombres de mal, y ahí estaba yo. Y la verdad, ¿dónde estaba?

Y continuamos en los sesenta hasta hoy; viviendo, laborando, construyendo; y los violentos “electric” acabaron con mi familia. Y usted pregunta: ¿dónde estaba?, con el toque: “electric” y después estatuas. Y procedimos a escondernos, viviendo y muriendo al mismo tiempo. Y todos los días, más y más porquerías; más corruptos, delincuentes, habladores, ases del engaño. ¿Y dónde estaba? “Dándome y dándonos paz, en mi hogar, con mi familia, lamiéndonos las heridas, viviendo”.

¿Y La verdad?... no la tienen ustedes, ni su informe. Usted solo encontró vivencias de colombianos, vivencias de terror, horror y mentiras. ¿O cree que no le mintieron? Nadie quiere hablar de eso. ¿Y dónde estaba yo? Lamiendo mis heridas, sobreviviendo, adolorido por Colombia, como estatua, impávido, inhabilitado. Y en cada acto violento “electric” e impávido “estatua”. Y así, es mi vida y la de la gran mayoría de colombianos que no hablamos, que no pedimos, que no protagonizamos.

¿La verdad? hace rato se perdió. Ustedes no la encontraron, ustedes oyen y ven lo que oyen y ven, pero Colombia está impávida, hostil, endurecida. La Colombia que siempre hemos visto, con hombres opuestos que miran, sufren y actúan; que viven de lo bello, de lo feo, del mal, del bien.

Colombia es mi cielo, mi infierno. La verdad no la tiene usted, no la tengo yo, la verdad ni siquiera la vemos. Y así vamos todos en la misma paila y en este zaperoco.

La paz debe ser personal sin protagonismos, con contrición.

RICARDO LÓPEZ RIVERA

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