Fiestas sí, pero no así

Columnista Invitado

Ya terminaron las fiestas que, para muchos, fueron las más desorganizadas, inseguras y costosas que se han realizado en la historia del Festival Folclórico Colombiano.
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Lo que pareció alegría para los ibaguereños y turistas, estuvo lleno de caos, derroche, inseguridad, politiquería y muerte. También destacaron las altas inversiones en artistas que evidentemente fueron elegidos bajo el gusto de quienes organizaron el Festival Folclórico, eso sin hablar del poco apoyo a los bailarines y artistas locales

Otra imagen que nos queda es la de los costosos palcos privados, a los cuales accedieron, principalmente, los promotores de la campaña de Johana Aranda, la candidata del alcalde Andrés Hurtado. Asimismo, destacó el uso indebido del espacio público, las riñas, homicidios, víctimas fatales en accidentes de tránsito, entre otras situaciones que convirtieron un evento  tradicional en un vitrina con poco contenido cultural.

De las 49 versiones que ha tenido el Festival Folclórico Colombiano de Ibagué, esta fue la más costosa de toda su historia. Este año, Hurtado se gastó $5.439.471.152, cifra que en menos de 3 años se duplicó. La pregunta es por qué y en qué se invirtió el dinero.

La promesa era que las fiestas iban a estar al nivel de festividades tan importantes como el Carnaval de Río de Brasil, pero lejos estuvieron, a pesar de la altísima inversión. La centralidad de la destinación del dinero estuvo en la publicidad que costó cerca de $1.000 millones, más de $700 millones en fiestas para funcionarios en Medellín y un absurdo viaje a New York a darse un “pantallazo”, así ese haya sido innecesario y falto de proyección. Estas acciones parecieron más promoción para un alcalde saliente que para la misma ciudad.

Frente a la organización del Festival en general, pero sobre todo de los desfiles de San Juan y San Pedro, las redes sociales están inundadas de inconformidad y desilusión. Son abundantes los comentarios acerca de lo largo del desfile que agotó a la ciudadanía, las comparsas dispersas sin ninguna ruta ni continuidad. Y a lo anterior se suma el reclamo para que los desfiles vuelvan a la avenida Ferrocarril por la posibilidad de orden y mejor visibilidad para todos.

Así pues, quedó en evidencia la necesidad de que exista una gerencia del Festival, en el que tanto la Alcaldía como los operarios estén presentes, porque fue evidente que no hubo coordinación, ni organización consecuente de los eventos.

Finalmente, el reclamo ciudadano es muy fuerte sobre la inseguridad de la ciudad en estas fechas y el poco aporte a la consolidación de la cultura local, que hacen que estas fiestas tengan que replantearse y pensarse desde otras perspectivas y miradas.

Unas fiestas no son exitosas porque mucha gente asiste, porque los lugares se llenen sin el suficiente control, en el que las riñas y peleas aumentan, la movilidad se vuelve un caos y la ciudad se convierte en un depósito abierto de basura.

Por todo lo anterior, y por las múltiples inconformidades de la ciudadanía frente a la organización de las fiestas de este año, es importante tener en cuenta que el Festival Folclórico Colombiano es Patrimonio Cultural y Artístico de la Nación, con un valor simbólico muy alto para la ciudad de Ibagué y no se puede convertir en  una oportunidad para gastar dinero en aras de la publicidad inadecuada de un gobernante y de la espectacularización de unas tradiciones que merecen mucho más que desorden, trago y mala organización.   

Marco Emilio Hincapié.

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