Bendecidos y afortunados

Columnista Invitado

Los últimos días no han sido pacíficos para algunos funcionarios del Gobierno nacional.
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A Álvaro Leyva Durán, por ejemplo, se le nota muy incómodo por el caso de Armando Benedetti, embajador de Colombia ante el gobierno de Venezuela; y, por supuesto, por el disparate del embajador de Colombia ante el gobierno de Nicaragua, a quien le dio por apoyar la dictadura sandinista justo antes de que la Corte Internacional de Justicia se pronunciara sobre el conflicto limítrofe que encara a los dos países.

Benedetti sigue de embajador. Le ampliaron el plazo para la entrega del cargo y se ha valido de una y mil argucias para dilatarla, y al canciller, literalmente, le tocó tragarse el sapo. El jueves sabremos como terminará el novelón. El bochornoso episodio del imprudente y torpe embajador en Nicaragua, por su parte, se resolvió con un jalón de orejas y una reinducción. Al advenedizo tuvieron que volverle a enseñar cómo es que se debe comportar un representante del gobierno en el extranjero. Eso suele suceder cuando se pasan la carrera diplomática y consular por la faja. La sacó barata.

Y cuando el país político apenas estaba terminando de asimilar el episodio en que se vieron involucrados el presidente de Ecopetrol y su pareja sentimental, que dio mucho de qué hablar, se conocieron las vinculaciones y contratos que han favorecido a familiares de altos funcionarios del gobierno. Son pocos los que se escapan. 

Todos defienden las calidades de sus familiares y niegan tener algo que ver en los nombramientos o en los contratos. La verdad, cuesta trabajo creerles. Y aunque no haya ninguna irregularidad, como lo han señalado para justificarse, lo cierto es que eso se ve muy mal. Muy rápido se les olvidó que en campaña cuestionaron con vehemencia ese tipo de conductas; como se les olvidó, también, que en lo público las formas son tan importantes como el fondo; y aunque prometieron un cambio, las cosas siguen igual, pero con otras caras. Nada que hacer.

Al margen. Ferley Sierra nos tiene acostumbrados a sus salidas en falso, pero eso no justifica el ataque infame que dirigió contra James Aguirre este fin de semana. Aún no se ha inscrito como candidato y ya mostró cuál va a ser el talante y el tono de su campaña. Mal, muy mal. Tanta grosería y tanta arrogancia le van a pasar factura.

 

MANUEL DE JESÚS RODRIGUEZ

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