Ética en la Inteligencia Artificial

Columnista Invitado

El crecimiento vertiginoso de la industria de la IA parecería que casi no da tregua. Para no naufragar en el mar de herramientas, conviene un salvavidas más que necesario: una pausa llamada ética.
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En TvMorfosis, evento organizado por la Asociación de Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas (ATEI) y en coproducción con Zoom, el canal universitario y la televisión cubana, se reflexionó sobre las implicaciones del uso de la IA en la industria audiovisual, pero que aplican para muchos otros sectores.

Aquí es donde me permito recordar que toda producción obtenida con ayuda de la IA es un producto inacabado. En la ‘gramática’ de las decisiones, un producto de la IA es un punto seguido, pero nunca un punto final. Resulta irresponsable creer que algo que le pedimos a sus herramientas podamos entregarlo como un producto final sin la revisión humana. La IA nos entrega insumos para la toma de decisiones.

Y son las decisiones en donde estas tecnologías entran a nuestra vida con el fin de ganar tiempo. Aquel que entregue una monografía, un poema, cualquier producción y ésta llega a tener imprecisiones no podrá culpar a la IA de éstas porque la responsabilidad es de quien presenta ese trabajo. Somos dueños de nuestras decisiones.

Así mismo se tiene que insistir en los próximos años sobre la transparencia, que debería ser expresa, porque al final es el autor humano el que responde por los resultados finales.

Recordemos que la ética es, sobre todo, lo que aparece en nuestro ejercicio de la individualidad cuando nadie nos ve. La IA es apenas un copiloto; no es ni buena ni mala. Ésta, junto a otras tecnologías, es como la dinamita: O puede destruirlo todo o puede ser una herramienta de construcción ¿Se tiene que legislar sobre ella? Sí, siendo conscientes de que la legalidad es un instrumento que formaliza reglas ante nuestra capacidad limitada de llegar a consensos.

Quedan más preguntas que respuestas: ¿Los sesgos algorítmicos reflejan los sesgos humanos? ¿Se abrirá más la brecha entre inforicos e infopobres? ¿Somos conscientes de qué tanto transamos con la privacidad como una moneda? ¿Llegará el día en que la IA desarrolle autónomamente su próxima generación y ésta decida que la especie humana es prescindible por su torpeza y maltrato al planeta?

Bien vale la pena esa pausa.

 

VICTOR SOLANO

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