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Con la instalación del Congreso comienza una carrera desesperada e intimidante por tratar de sacar adelante las "reformas sociales" y tratar de tomar el control del Legislativo. Por el lado de los liberales, el ministro Velasco está acudiendo a sus viejos amigos con el frasco de mermelada en la mano y por el otro mueve fichas en el Consejo Nacional Electoral para presionar sanciones al Partido. Mientras tanto, Cesar Gaviria sigue a la espera de que le respondan la carta que envió al presidente Petro, donde lo invita a buscar concensos y a aprobar las "reformas sociales" en armonía con todos los sectores, incluyendo los económicos, para la estabilidad del país, lo cual muestra que no hay una postura clara ni fuerte, frente al Gobierno, entre lo que se dice y lo que se hace. Toca medir cuántos de los 46 congresistas de ese partido van para un lado o el otro.
Por el lado del Partido de la U, la salida de Dilian Francisca para aspirar a la Gobernación del Valle abrió espacios que están siendo trabajados por el ministro Lizcano, que no la tiene fácil, pero está la tarea.
En el Conservador hay 42 parlamentarios, más alineados y con disciplina de Partido desde que Efraín Cepeda tomó las riendas, con lo cual se esperarían posturas más fuertes y radicales, máxime con el último golpe recibido con la salida de Roger Carrillo, de Coljuegos y el nombramiento de Marco Emilio Hincapié, propias tropas del presidente Petro.
El Gobierno va a tener que priorizar proyectos porque "la mermelada" no le va alcanzar para todos, porque mientras busca acercamientos individuales, los directores de los Partidos tienen sus propias prioridades; están evaluando qué avales entregan y qué candidatos apoyan en campaña para las elecciones regionales que, como dijo Vargas Lleras, estas son como un "Minireferendo" para medir qué tan aceptadas están las propuestas de cambio, además marcarán el futuro político del gobierno.
Si en las urnas se refleja lo expuesto en las encuestas de un contundente triunfo de la oposición en las elecciones regionales, las reformas que no estén aprobadas antes de octubre se quedarán sin oxígeno y pueden fallecer, así el presidente trate de mostrarse más conciliador y abierto a negociar.
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