Un feminicidio social

Columnista Invitado

Es lo que denuncia el médico francés Eric Cheysson, presidente de la Ong Chaîne de l’espoir (Cadena de la esperanza) quien considera importante mantener abierto el hospital francés de Kabúl (“Instituto médico de la madre y el niño”) que atiende principalmente mujeres.
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Después de una nueva temporada en Afganistán, él denuncia un “feminicidio social” y la instalación de una teocracia totalmente antidemocrática; también señala el regreso de las amputaciones y las lapidaciones públicas; estas son formas de castigo aplicadas principalmente a mujeres víctimas de la temida Policía de la moralidad y de las buenas costumbres. 

El profesional de la salud expresa su asombro frente a tanta represión y tanto odio manifiesto hacia las mujeres cuyas vidas quedan literalmente en manos de los dirigentes talibanes que él califica de “hombres que no quieren a las mujeres”. De hecho, en este lejano país las mujeres no tienen vida propia, nada pueden hacer si no están acompañadas o autorizadas por un hombre. Si bien siguen trabajando algunas en el hospital mencionado, lo hacen vigiladas de cerca por la Policía de la moralidad que permanece en el lugar, para atender exclusivamente a las mujeres que puedan llegar en busca de atención. La mayoría de las mujeres no tienen acceso a servicios médicos, ni a la educación y menos al trabajo.

Cuando los talibanes tomaron el poder hace dos años, prometieron un “gobierno abierto e inclusivo”, en un intento por seducir la comunidad internacional y bajarles las críticas a las organizaciones humanitarias. De hecho, el médico entrevistado considera que actualmente las restricciones internacionales de orden económico y financiero como medio de presión política al régimen talibán, ya no tienen tanto como objetivo preservar la vida e integridad de la población y en especial de las mujeres. 

Es verdaderamente asombrosa la tendencia internacional a olvidarse de los derechos humanos de una población entera, con más de veinte millones de mujeres y niñas sacrificadas a la economía y los intereses de otras potencias mundiales. La comunidad internacional acepta ya el régimen altamente autoritario y represivo que hizo regresar en el tiempo los derechos de la población y sobre todo de las mujeres. 

Las mujeres y niñas afganas no pueden vivir, dejaron de existir. Importa no olvidarlas.

 

 

Psicóloga Clínica - Socia Fundación Mujer y Futuro

CHRISTIANE LELIÈVRE

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