El populismo a través de los subsidios

Columnista Invitado

Al consultar diversas fuentes frente a la definición del concepto de "subsidio" coinciden los expertos en que es una forma de ayuda o apoyo financiero con el objetivo de promover determinadas políticas económicas o sociales, generalmente con una temporalidad y acompañado de acciones que mitiguen la causa que lleva a su implementación.
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En el caso de nuestro país, se cuenta con algunos esquemas que nacieron luego de análisis técnicos, definir poblaciones específicas, estimaciones presupuestales, fuentes de financiación y atacar problemas coyunturales como el caso de los de vivienda, diseñados para facilitar el acceso a un lugar digno de residencia; al desempleo, para proteger a quienes salían de la actividad laboral; subsidio a la educación, para mejorar la accesibilidad de la educación superior; o, algunos puntuales como es el caso de los establecidos por el gobierno del presidente Iván Duque que en la época de la pandemia creara el subsidio solidario para poblaciones económicamente vulnerables. Otros tres son Jóvenes en Acción que busca mejorar -en la población de 14 a 28 años que estudia- sus oportunidades de movilidad social y condiciones de bienestar, Colombia Mayor, para los adultos mayores en condición de vulnerabilidad y, finalmente, Familias en Acción.

Estos esquemas han sido siempre polémicos porque una parte de la opinión pública pide a los gobiernos crear estrategias para mejorar las condiciones para que su población viva y se desarrolle dignamente y no volverse un estado asistencialista que trata de resolver la inmediatez y no el fondo de los problemas. Y es que, como dicen popularmente, “hay que enseñar a pescar y no dar el pescado” porque esto se traduce en productividad y competitividad del País. Pero más allá de estos análisis este “Gobierno del Cambio” no solo ha tratado de popularizar más este tema, sino que viene presentando iniciativas y propuestas de subsidios que se salen de cualquier definición técnica y que, por el contrario, comienza a generar en la ciudadanía, quien en últimas es quien paga a través de los impuestos, una zozobra y desconcierto. Para la muestra las polémicas propuestas de Gustavo Petro de iniciar el programa Jóvenes Gestores de Paz, cuyo objetivo es otorgar subsidios de hasta $1'000.000 mensuales a 100.000 jóvenes, entre ellos los polémicos y peligrosos integrantes de la “Primera Línea” lo cual seguramente pensando en compensar los bloqueos que le hicieron al presidente Duque y a la productividad del país en su entonces.

Otro de los subsidios menos polémicos pero que nunca se entendió desde lo técnico, porque antes de beneficiar a los que cumplen su deber, es el subsidio del 50% de descuento en la tarifa del SOAT para categorías como motos, taxis y buses de transporte público, supuestamente para reducir la evasión y bajar la accidentalidad vial, pero tuvo el efecto totalmente contrario y que le va a costar al país cerca de $613.000 millones. En la misma línea está el congelamiento de la tarifa de los peajes que corresponde a $800.000 millones que debe asumir el gobierno desde enero pasado, lo cual no solo afecta las finanzas del estado sino tiene prácticamente frenada la ejecución de proyectos de infraestructura vial.

Para referirnos a los más recientes, en agosto pasado -para quitarse un paro de encima- propuso a los taxistas al final de cada mes, entre $80.000 y $100.000 para unos 190.000 taxis, algo totalmente inequitativo con quienes también producen a través de sus vehículos. El último, y totalmente sacado del cubilete, fue a inicios de este mes donde propuso pagar a través de “una pequeña cuota” en la factura de la luz el transporte público masivo, subsidio que en su discurso manifestó que debían asumir los estratos medios y altos, que en las cifras que proyecto la alcaldesa de Bogotá podrían estar por el orden de $144.000 mensuales adicionales en el recibo, para poder pagar los $433.226 millones que cuesta la operación mensual en Bogotá.

En definitiva, estas actuaciones estatales, que no tienen ningún fundamento técnico, no especifican el problema social que abordan, están favoreciendo poblaciones que no son objeto de subsidio y, lo más grave, que no tienen fuente de financiación diferente a que los colombianos nos sigan subiendo los impuestos; son temas que deben ser abordados por los entes de control porque si lugar a dudas son herramientas politiqueras, cortoplacistas y de manipulación a la población, a la cual más que un bien por regalarle cosas la están convirtiendo en floja y poco productiva, además de la polarización que representa para quienes vemos que al que premian es al que se porta mal dentro de la sociedad.

EVA

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