La relación con EE.UU.

Columnista Invitado

El horizonte de dos siglos de relaciones con EEUU está lleno de nubarrones, de indecisiones, de dudas.
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 Luis Gilberto Murillo es un gran embajador en Wáshington, especializado en una exitosa diplomacia de minorías que interesa a las dos cámaras y que ha mantenido la visión bipartidista en la consideración política de nuestro país. Pero no parece tener respaldo del gobierno, es decir del presidente y de su canciller. Las visitas de congresistas nunca son atendidas por el presidente a tiempo y se llevan la información de los ministerios no al más alto nivel, el del ministro, sino que la reciben de mandos medios sin capacidad de informar.

Los presidentes de compañías norteamericanas venían para averiguar con el propio jefe del estado los planes en materia económica y comercial, las preocupaciones macroeconómicas y los detalles de las reformas. Muchos se quedaban en Palacio horas sin ser recibidos. Otros lo eran por algún otro funcionario. A los más ni siquiera se les daba cita. Los servidores públicos de Wáshington se ven con Petro solo si se relacionan con asuntos de narcotráfico, extradición o inteligencia. Con el Comando Sur no hay la fluidez de otros tiempos, necesaria para la seguridad, atender desastres u obtener equipamientos y formación de la Fuerza Pública.

La plantilla militar y policial se ha disminuído en más de ochenta mil hombres. La libreta militar no es requisito para ninguna gestión ciudadana y los incentivos no se han mantenido para los nuevos soldados y policías, oficios otra vez peligrosos. El entrenamiento apoyado por EEUU está descaecido.

Los helicópteros están aterrizados, “empacados” me dicen, cortando una de las capacidades más importantes que teníamos para combatir, patrullar, transportar y rescatar. Nos propuso EEUU que les diéramos los vetustos helicópteros rusos para usarlos como repuestos en Ucrania a cambio de potentes Blackhawk. El gobierno declinó la oferta con el prurito ideológico de no molestar a Putin ni a Lula.

La inversión petrolera estuvo paralizada con la ministra saliente de Minas, rectificada por su sucesor quien abrió la posibilidad lógica y necesaria de nueva exploración de combustibles fósiles.

El presidente anunció, sin hablar con su Ministro de Comercio, la renegociación del TLC. Umaña, ducho en ese territorio cenagoso, salió al paso para aclarar que se haría una revisión normal y a cargo de las instancias pertinentes.

Los miles de migrantes que atraviesan el Darién son otro frente que se suma a las deportaciones de colombianos en límites con México. Las cifras indican la desidia con que el gobierno trata el asunto, dejando nuestra frontera a merced de coyotes, mafias de trata de personas y crimen organizado en general. Cualquier cosa peligrosa o personaje temido podrían ingresar a territorio colombiano, hoy sin control institucional para preocupación nuestra, de los EEUU y de Centroamérica.

Dar a los narcos de prebendas más allá del sometimiento y designar paras como gestores de paz, preocupa a la administración Biden tanto como a sectores institucionales del país del vecindario.

Se suspendió la medición aérea de las hectáreas de coca. No se sabe si será remplazada por otro método. El fentanilo empieza a aparecer en el consumo local y será producido para la exportación si no se actúa rápido.

Hemos reanudado relaciones con Venezuela y avanzado en los contactos del régimen con la oposición, tan cacareados aquí, en Caracas y en EEUU.

Coqueteamos con Rusia, Irán y China.

Los muchos amigos del país en el Distrito de Columbia están preocupados. Biden, débil, tolera y Trump regresa.

Mientras tanto, con habilidad florentina, Petro “marea el toro” de los F-16 abriendo expectativas de cuando en cuando. Si se los compramos a EEUU no puede ser a costa de la defensa democrática institucional que deberían liderar. Y si no se los compramos, no deberían abandonar en medio de los problemas a un aliado sincero por estos tiempos muy escasos en la región.

 

Luis Carlos Villegas

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