Cinco avatares

Columnista Invitado

2024 será inestable, pleno de interrelaciones de lo doméstico con lo internacional. El año entrante dejará su huella en el mediano y largo plazo.
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1-Las guerras visibles. Ucrania puede convertirse en una tortura para Occidente por la fatiga política que conlleva el apoyo a una confrontación militar tan letal como innovadora, con uso masivo de drones en ambos lados y de mercenarios, reos y bandidos, como soldados, en el ruso. Se nota en Kiev deterioro del apoyo militar europeo y norteamericano, y cierta mejoría del entusiasmo y estrategia rusos. Dejar caer a Ucrania es viabilizar la invasión de Taiwán por China, del Esequibo por Venezuela, o de la Línea Mac Mahon por India y China. Reafirmaría el sentimiento inicial de Putin de que su invasión no encontraría suficiente oposición militar en un Occidente cascado.

Quien tenga aspiraciones neoimperiales como Turquía, China o India, podrá mirarse en ese espejo para concluir que en el mundo no hay quién sostenga la soberanía de otros por la sola defensa del principio. No debemos olvidar que en Colombia no está plenamente consolidado nuestro territorio y que tenemos un par de vecinos impredecibles.

En Gaza puede suceder que la tregua ensayada lleve, con avatares, a una negociación más fructífera que traiga un período de tranquilidad al Medio Oriente. Pero Irán y Siria seguirán siendo peligrosos, y acciones terroristas globales cimentadas en la defensa del Islam, agravarían el ambiente de guerra.

2-Las guerras invisibles. La interminable de Sudán, choque ahora de dos poderosos generales, ha llevado al enfrentamiento de las mayorías negras cristianas, con minorías musulmanas y animistas. A nadie le importa este baño de sangre que deja millones de desplazados, muertos y heridos. Las del Sahel y de Malí con involucramiento directo de Francia; la del nordeste de la India, todas siguen ahí.

También la nuestra, en medio de la malograda Paz Total. De lo que se diga y haga en política exterior en esos asuntos, dependerá en gran medida la legitimidad de la fórmula del actual gobierno en materia de paz. Si se apoya en otras latitudes solamente la negociación, sin posiciones de fuerza que la destraben en Gaza o en África o en Asia y sin rechazar abiertamente el terrorismo, se perderá pié para usar la fuerza internamente contra los grupos de crimen organizado, las disidencias y el ELN, única manera de hacer con ellos acuerdos de paz.

3-La economía no se estabiliza. Los bancos centrales del mundo están renuentes a bajar sus tasas de interés, así como temieron un crack durante la pandemia y las bajaron irresponsablemente. El empleo aún no sufre las consecuencias de la desaceleración buscada por la autoridad monetaria para bajar la inflación, pero lo hará durante 2024. El petróleo se mantendrá caro dado el panorama oscuro de la región que más produce y la inestabilidad de la oferta de crudo venezolano. Sería nuestra oportunidad de tener otro empujón de prosperidad petrolera por una generación. En vez de disfrutar nuestros recursos energéticos queremos ayudar a Venezuela a que sí disfrute de los suyos.

Nuestra inflación está demorada por el aumento excesivo del salario mínimo; y sin un verdadero plan de reactivación que haga crecer la vivienda y la infraestructura a través de inversión privada y pública, caeríamos en la recesión, parecida a la que también dejó Ocampo la primera vez que fue Ministro de Hacienda.

Mal gobierno, desánimo del sector privado, altos impuestos e intereses y entorno mundial incierto, son mezcla nociva.

4-La migración ilegal se mantendrá y Colombia se desentenderá hasta que nos la cobren los más poderosos y afectados, todos en campaña electoral. Entonces será tarde para lamentarnos.

5- Se desatará la elección de Presidente en EE.UU. Con Trump iríamos para malos ratos bilaterales y globales. Con Biden, si aspira, no cesará la inestabilidad en Washington. El entorno global no da para peleas. No entienden nada en las calles sexta y décima.

 

Luis Carlos Villegas

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