¿Econofísica?

Columnista Invitado

Tengo un gran respeto por los economistas, pero ello no me impide discrepar en especial de sus predicciones, pues si bien éstas mejoraron en los últimos lustros, siguen distantes del acierto.
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Cuando los economistas discrepan, la política se confunde y economía y política se funden en una amalgama de creencias e ideologías.

Las ciencias del comportamiento aportaron conocimiento acerca de cómo los seres humanos consumimos y las ciencias económicas añadieron credibilidad a sus predicciones con sus fórmulas matemáticas complejas y en ocasiones inextricables. Para completar el cuadro, la computación crece algorítmicamente y el cambio climático junto con la inteligencia artificial amenaza con llevarnos a la extinción de la vida como la conocemos.

Surgen entonces las recetas. Para unos, los países con economías poderosas deben detener su crecimiento permanente y virar hacia un modelo sustentado en energías limpias. Para otros, el comportamiento humano, consumidor irracional, es reacio a dejar de consumir en forma creciente los productos que hoy le dan placer a su cerebro comprador. Se resistirán al no desperdicio y por tanto el decrecimiento no funcionará.

Quiere decir que con las ideas, teorías y modelos actuales estamos condenados. Sin embargo, todos parecen estar de acuerdo en que se necesita pensar diferente, generar nuevas ideas.

¡Es imperativo cambiar los sistemas alimentarios y energéticos! Una parte de la solución pudiera estar en “La economía de la Complejidad” que se basa en la modelación cuantitativa más precisa. El científico de Oxford, Doyne Farmer, especialista en la teoría del caos, la complejidad y la econofísica, plantea una nueva forma de afrontar los retos del cambio climá- tico modelando “las diferentes partes relevantes de la economía. El modelo consta de módulos que describen la energía, la agricultura, la innovación, las finanzas, la producción y la mano de obra”.

Farmer propone una nueva narrativa aprovechando el afán de lucro de los seres humanos:” el cambio climático es una gran oportunidad de negocio en lugar de una papa caliente que circula en las COP. Si se guía y limita el afán de lucro, podemos crear una economía mucho más sostenible en un mundo que funcione para todos”.

Mazzucato nos propone una solución, Farmer desde la no ortodoxia nos plantea otra. Muchos economistas criollos no se atreven a salir de su esquema anacrónico, encerrados en creencias e ideologías. Esperemos que, entre la primera y el segundo, les trepanen los cráneos.

JAIME CALDERÓN

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