Demasiadas motos

.

Cualquier transeúnte se sorprende en las calles de las ciudades colombianas al observar esa gran cantidad de motocicletas que invaden los carriles como enjambres de abejas, en donde colocan a los demás conductores en verdaderos aprietos para poder enfrentar el tránsito automotor.

Quien se expone a conducir en una calle, tiene que estar dispuesto a comportarse como Argos, el dios de la mitología griega representado en un gigante con mil ojos, para poder estar en condiciones de esquivar las arremetidas de esos pequeños vehículos, que creen caber por cualquier ranura, que se atraviesan súbitamente y que producen toda clase de movimientos dando giros acrobáticos como fantasmas, arriesgándose a toda clase de situaciones de peligro, sin medir las consecuencias.

Las cifras sorprenden, pues en Colombia se están vendiendo alrededor de 600 mil motos nuevas cada año, con crecimientos que llegan casi al 15 por ciento, mientras la economía está creciendo al cuatro por ciento. Pero sin duda el cambio en la composición de la población puede ser un indicador que justifica las enormes ventas: La pobreza ha pasado en los últimos tres años de representar un 41.6 por ciento, a 34.4 por ciento y la clase media de representar un 21 por ciento, a un 26 por ciento. Estas cifras revelan un incremento de la capacidad adquisitiva de los colombianos, sumado esto a que por el efecto de los tratados de libre comercio, las motos han bajado enormemente de precio y ya es posible adquirirlas hasta en los supermercados de cadena.

Este panorama nos indica que la solución no está en acabar con las motos, sino en reglamentar su uso, entendiendo por tal, que se debe invertir en una campaña educativa que lleve a restringir la adquisición de la licencia a quienes verdaderamente han asimilado el conocimiento y la responsabilidad, para estar en condiciones de conducir.

Igualmente, se requiere que en el país exista un área dentro de la policía de tránsito, especializada en la pedagogía, para que se enseñe y se exija un parámetro de conducta en todos aquellos que se encuentran al volante de un automotor de estos.

El espectáculo que ofrecen las calles de nuestras ciudades, con toda clase de accidentes fatales, debido a la vulnerabilidad del vehículo, es francamente aterrador y no se puede permitir que las víctimas sigan creciendo.

Otro aspecto debe radicar en la agilización de los procesos para que el transporte público sea rápido, pues en la medida en que así lo sea, las personas preferirán este medio, a tener que usar su propio vehículo.

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

Comentarios