Un espacio para la vivienda propia

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El Banco Interamericano de Desarrollo dice que Colombia es el país, entre los de más población de América Latina, que tiene el mayor número de viviendas en arrendamiento, llegando a un 40 por ciento, cifra bastante apreciable.

Sin duda nos encontramos con un indicador que debe generar preocupación y que habrá que equilibrar dentro de los planes económicos y sociales del Gobierno, pues el arriendo es un factor que pesa bastante dentro de la canasta de gastos de los hogares, además de que representa un factor de inestabilidad para las personas, frente a la incertidumbre de no poder contar con una vivienda propia que contribuya a afianzar el plan familiar y de proyección personal.

No podemos perder de vista que la crisis hipotecaria que tuvimos en los años noventa y que su efecto alcanzó los primeros años de la siguiente década, dejó a muchas familias sin vivienda propia y generó a su vez una desconfianza en el esquema de financiación, debido al desbordamiento de las tasas de interés de la época, que multiplicó las deudas hasta hacerlas impagables.

Hoy Colombia vive una bonanza en materia de construcción, en donde podemos apreciar desarrollos urbanísticos de gran magnitud en la mayoría de las grandes y medianas ciudades, pero vale la pena analizar el fenómeno que nos indica la cifra de arrendamientos, pues eso quiere decir que hace falta una socialización del tema y un programa que permita el acceso a la vivienda propia a muchas familias, en aras de mejorar los indicadores de tipo social.

Igualmente el sistema hipotecario tendrá que robustecerse para generar programas que incentiven la adquisición de las unidades de vivienda propia, y dentro de ese objetivo habrá que vincular al sector privado, para que estimulen a sus asociados, en donde sea posible apalancar con recursos de las empresas y de las formas de asociación cooperativa, programas que se estimulen este loable propósito.

Todo esto se puede acompañar de un gran programa de fomento del ahorro, tema en el cual Colombia también anda un poco mal y eso le permitiría a los futuros propietarios allanar el camino para obtener la base de su vivienda propia.

Además constituye un buen propósito que las clases medias y bajas puedan tomar nota de la ventaja que significa capitalizar los recursos que destinan para el arrendamiento, siendo esta una herramienta efectiva para fortalecer el patrimonio.

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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