El costo de persistir en el error

Eduardo Durán

Los resultados de las elecciones en Venezuela, resultan ser la evidencia de lo que se está dispuesto a pagar por persistir en lo errático.

La arrogancia de los gobernantes venezolanos, envuelta en la ignorancia aterradora, no les permitió asimilar una realidad inocultable, creyendo que el poder del dinero y los superpoderes acaparados en el Ejecutivo, les permitirían maniobrar y amañar un resultado electoral que facilitara prolongar el desastre.

Y dentro de todo ese cúmulo de errores, no podríamos dejar de comentar la absurda relación con Colombia, país al que le querían cobrar el no haberse sometido a los dictados del Alba, tal como lo hicieron otros con marcado oportunismo, como Argentina, Bolivia, Ecuador y aún Brasil, que admitían unas relaciones incestuosas cuando en el fondo sabían que no les estaba permitido un matrimonio de esa naturaleza.

Entonces querían someter a Colombia; creando dificultades, no comprando sus productos, dejando de pagar la deuda, tolerando los grupos alzados en armas y por último cerrando sus fronteras, para estrangular a los habitantes del vecindario.

Todo lo que un gobernante haga mal, y además de mala fe, se le devuelve y termina pasándole la cuenta de cobro.

Golpear a su vecino, tratándolo con crueldad e injusticia, tenía que repercutir en un país en donde por lo menos un 40 por ciento de la población tiene alguna clase de vínculo con la sangre del agredido.

Pero además, era de una torpeza infinita no aprovechar los recursos de Colombia para atajar el desabastecimiento, para provisionar elementos necesarios y para facilitar intercambios fronterizos que permitieran la estabilidad y aseguraran la tranquilidad.

Colombia soportó con dignidad todas esas arremetidas y además el tono amenazante, hostil y hasta grosero con que se le trataba, mientras con nobleza y generosidad recibía a miles de venezolanos que les tocaba abandonar su propia patria por el agotamiento de las posibilidades para la inversión, para el trabajo, para el desarrollo personal.

Hoy queda una amarga lección, que debe producir rectificaciones urgentes para que esa herida se cierre y para que vuelvan los escenarios de la hermandad, de la fraternidad y de la solidaridad, esos mismos que enseñó el Libertador.

Ya existen voces reflexivas al interior del chavismo que han meditado con sensatez y realismo, y claman por las inmediatas rectificaciones. Veremos a ver si la sindéresis y grandeza por fin aparecen, o si el estado de cosas se prolonga, dejando aumentada para la posteridad la esquela de iniquidad y de vergüenza.

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