La pelea entre el Ministro y los supermercados

Eduardo Durán

Las declaraciones del ministro de Agricultura sobre el comportamiento del precio de los productos de primera necesidad levantó ampolla, pues descargó el peso de la responsabilidad en los supermercados, de quienes enfatizó un abuso en los precios que colocan los indicadores del costo de vida en serios aprietos.

La reacción no se hizo esperar, pero ha puesto en evidencia un diferencial de precios entre el productor y el vendedor final, que bien puede ser atribuible a muchos factores, comenzando por el fenómeno del Niño y llegando a la realidad también, de un abuso en uno o varios de quienes integran la cadena del comercio de alimentos.

Es un tema de vieja data que para nada es sorprendente, pero creo que estas declaraciones bien pueden ser el comienzo para el verdadero análisis de precios que permitan generar mecanismos para que la distribución de alimentos se haga de manera eficiente, sin tantos intermediarios y sin tanta expectativa de enriquecimiento por parte de algunos integrantes de esa cadena de comercio.

Y en ello tiene que intervenir mucho el gobierno, pues la verdad es que el campesino tiene muy pocas opciones cuando de colocar sus productos se trata, lo que lo obliga a caer en manos de personas inescrupulosas que abusan de su condición desventajosa, al no contar con elementos que le permitan escoger las mejores opciones.

La realidad a todas luces indica que el abismo diferencial entre el productor y el vendedor final es grande y el propio ministro ha dicho que tiene las pruebas en su mano. Debe exhibirlas, y proceder a alimentar el debate con esas evidencias, para que entren también a opinar tanto los productores como los consumidores.

Un país que permite esos desequilibrios, está condenando a un sector productivo a las peores condiciones, pues en esas circunstancias nunca va a tener la oportunidad para progresar y para alcanzar la verdadera retribución a su trabajo y esfuerzo.

De otro lado, está también el indefenso consumidor final, que en la inmensa mayoría de los casos cuenta con un presupuesto precario, que le impide satisfacer sus necesidades alimenticias en debida forma, circunstancia que le va marcando, cada vez con mayor intensidad, la precariedad de su condición de vida.

Ojalá los resultados del debate se produzcan pronto y se establezca por fin un mecanismo justo en este campo.

Comentarios