Las ciudades se recalientan

Eduardo Durán

Las temperaturas máximas que agobian a las ciudades colombianas por estos días, baten los récords históricos, con dolorosas consecuencias para la población. Las ciudades frías se han tornado cálidas y las cálidas, infernales. Salir en cualquier parte a las horas del mediodía, es como colocarse sobre una parrilla hirviente, en donde pareciera sentirse el fuego no solo dirigido por los intensos rayos solares, sino expedido también por el suelo recalentado por las radiaciones.

Todo ello como consecuencia del cambio climático, o mejor podría decirse, como resultado del daño causado por el hombre al medio ambiente, caracterizado por la depredación permanente y cruel.

Las ciudades crecen, y al hacerlo, el concreto y el pavimento arruinan la vegetación y terminan transformando dramáticamente las condiciones ambientales. Además crecemos en medio de una ausencia de planeación que no prevé las condiciones de equilibrio para poder estar prevenidos para el mantenimiento de las condiciones climáticas.

Nadie, por ejemplo, ha hecho el cálculo de cuántos árboles requiere una ciudad por cada habitante. Tampoco de cuánta área de bosque se requiere para poder mantener los elementos fundamentales relacionados con el clima, el régimen de lluvias y la calidad del aire.

Mientras que no trabajemos sobre estos cálculos, nunca llegaremos a conocer lo que realmente necesitamos, y eso trae como consecuencia la irresponsabilidad total en materia de comportamiento frente a lo que es el respeto por el medio ambiente.

Esta es la razón por la cual las ciudades se seguirán recalentando, las lluvias continuarán alejándose y el aire será cada vez más contaminado.

Desgraciadamente las llamadas Corporaciones Autónomas Regionales no se han propuesto cumplir con el papel que les corresponde a cabalidad; tan poco el ministerio del Medio Ambiente, organismos en donde la politiquería se sigue imponiendo y colocando todos los dictados a costa del los contribuyentes que las sostienen.

Necesitamos mirar hacia otras latitudes, en donde sí se están cumpliendo los parámetros de responsabilidades públicas e individuales; como Alemania, Suiza, Bélgica, Canadá, en donde el árbol es un rey, en donde las fuentes de agua están totalmente purificadas y en donde el aire ostenta altos niveles de pureza.

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