Colombia entre las basuras

Eduardo Durán

Las ciudades colombianas diariamente se enfrentan a un problema de salud pública monumental, que con el tiempo se incrementa y amenaza con asfixiar a la población.
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Las basuras tienen en jaque a todo el mundo y su manejo resulta ser un problema de muchas facetas, casi inabordable para las autoridades respectivas.

Y todo esto sucede, mientras países como Suecia compran basuras, así como lo están leyendo. La embajadora de ese país en Colombia ha dicho que su programa de desechos implica el aprovechamiento del 97 % de ellos, pues los están convirtiendo en energía, y que para alcanzar los presupuestos de producción tienen que importar tres millones de toneladas de basuras de otros países.

Esta razón le ha significado a ese país que se haya convertido en la primera capital verde de Europa, y que el uso de energías limpias le brinden a sus habitantes un escenario de medio ambiente envidiable en el mundo entero.

En Colombia, lamentablemente no hemos aprendido a manejar las basuras: las arrojamos a los ríos y quebradas, las abandonamos en los parajes rurales, o simplemente las botamos a la calle para que los ciudadanos las pisoteen y las lleven entre sus zapatos, o pegadas a las llantas de los vehículos, cuando no estancadas en las orillas de los andenes o taponando los vertederos de agua.

Y en medio de toda esta contaminación, acabamos con nuestros caudales de agua, exterminamos la fauna allí asociada, y mantenemos unos focos de podredumbre, que muchas veces termina con la vida de los seres humanos afectados. Incluso el problema se extiende mas allá de las fronteras, pues esos ríos de la patria, van a desembocar a nuestros océanos, a los que les incorporamos toda clase de elementos contaminantes y perturbadores.

El problema de la contaminación por basuras, requiere de un compromiso nacional para que pueda ser solucionado, en donde pueda existir la voluntad política para invertir en tecnologías que permitan el aprovechamiento de los desechos. Nos hemos conformado con una precaria clasificación, que un porcentaje mínimo de la población atiende, y con ello pretendemos aliviar nuestra conciencia, para que el problema siga casi igual, mientras somos altamente partícipes de la destrucción del planeta.

En Colombia los municipios viven peleando porque tratan de deshacerse de las basuras, arrojándolas en los extramuros, muchas veces más allá de sus límites, lo que genera conflictos por la evidente contaminación. Si pensáramos en tecnificar su manejo, el panorama se invertiría completamente, es decir, los municipios entrarían a ofertar la adquisición de desechos, para todo aquél que no estuviera en capacidad de procesarlos.

Resulta lamentable, que en medio de tantas oportunidades que ofrece el mundo moderno, en este país no pensemos seriamente en aprovecharlas para que, en vez de padecer problemas, encontremos las oportunidades para sacar ventajas y beneficios que todos podemos aprovechar: la venta de basuras resultaría entonces otra fuente de ingresos.

 

EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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