Una mera cuestión de tiempo

Fuad Gonzalo Chacón

Tengo la firme convicción de que nunca es demasiado pronto para empezar a especular sobre el próximo ganador del Nobel de Literatura.
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Y es que las dinámicas suecas de elección son tan misteriosas que prácticamente es como si desde Estocolmo se nos invitara de forma tácita a alimentar la épica de su relato con charlas de sobremesa al respecto. En esta ocasión, tenemos que poner el foco en un autor que desde hace varios años se ha venido posicionando silenciosamente en lo más alto de las casas de apuestas y ganando momentum de cara a su eventual coronación: Michel Houellebecq, el Paganini de la literatura francesa.

Francia es una potencia indiscutible cuando del Nobel de Literatura se trata, no en vano es el país con la mayor cantidad de escritores galardonados (14) y el único que puede presumir en tiempos recientes de la sana costumbre de agrandar su palmarés dorado al menos una vez cada década: Claude Simon en 1985, Gao Xingjian en 2000, Jean-Marie Le Clézio en 2008, Patrick Modiano en 2014 y Annie Ernaux en 2022. Partiendo de ello, y con el agregado de la potencia esteroídica de su industria editorial y los altísimos índices de lectura entre sus habitantes, no es difícil concluir que para posicionarse en el firmamento de las letras galas hace falta talento, mucho talento.

Entonces tenemos a Houellebecq, hoy por hoy la pluma más superlativa de Francia, y sus polémicas novelas sobre la soledad masculina, la atrofia moderna del amor y los vaticinios sardónicos sobre coyunturas tan complejas como el terrorismo instagrameable o el ascenso islámico en Europa. Su narrativa envuelta en el hálito de personajes que se codean con las altas esferas del poder en el Palacio del Elíseo y pequeños acápites con reflexiones filosóficas que evocan la más parisina tradición existencialista le han catapultado desde 2019 en las quinielas del Nobel hasta liderar las intenciones de los apostadores en 2022, año en que su compatriota Annie Ernaux se alzaría con la victoria.

A pesar de ello, y aunque nunca ha habido dos ganadores del mismo país en años consecutivos, la candidatura de Houellebecq no perdió fuelle y para 2023 consiguió mantenerse dentro del top 10 de preferencias, lo que habla por sí sólo de la fuerza de su obra. Y es que desde que en 2010 alcanzara el prestigioso Premio Goncourt con “El Mapa y el Territorio”, que se le había escapado en 1998 con su magnífico texto “Las Partículas Elementales”, sólo ha sabido encadenar hits con “Sumisión” (2015), “Serotonina” (2019) y “Aniquilación” (2022). Esta última menos escandalosa y más larga que sus predecesoras (600 páginas), típico de un autor en disfrute de la madurez de su producción literaria.

Houellebecq, de apenas 66 años y con los músculos de la escritura engrasados y trabajando a pleno vapor, todavía tiene muchísimos años para seguir consolidando su calidad y así convertir en prácticamente inevitable su consagración. Que le veamos bañado de gloria desde Suecia en algún octubre de los próximos 20 años será una mera cuestión de tiempo. De ello no cabe duda.

Fuad Gonzalo Chacón

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