Propaganda engañosa

Los caucheros de la Casa Arana, los que esclavizaron y masacraron indígenas en el Amazonas con la complicidad del gobierno colombiano, dejando solo pobreza y muerte, están de regreso al país, o por lo menos sus espíritus. Es la sensación que se experimenta al ver las actuaciones de las transnacionales minero-energéticas, que actúan en Colombia como lo hicieron los Arana.

Los caucheros de la Casa Arana, los que esclavizaron y masacraron indígenas  en el Amazonas con la complicidad del gobierno colombiano, dejando solo pobreza y muerte, están de regreso al país, o por lo menos sus espíritus. Es la sensación que se experimenta al ver las actuaciones de las transnacionales minero-energéticas, que actúan en Colombia como lo hicieron los Arana. Claro que la diferencia la hacen los medios de comunicación, que se benefician económicamente con la publicidad engañosa de las multinacionales para mostrarse como ángeles de la guarda y no como lo que son: monstruos depredadores del medio ambiente, destructores de nuestra cultura y evasores de normas, impuestos y regalías, entre otras bellezas.

Pacific Rubiales es Colombia, BHP Billivaton (Cerro Matoso) es la salvación de la Costa Atlántica y Anglogold (Chandatol) construye el futuro del Tolima, son las empanadas más promocionadas del país, sin importar que el ají se prepare con cianuro, conciencias compradas y miseria. Les sobra plata para venderse como benefactoras de las regiones a donde llegan a cambiar recursos naturales por miseria y destrucción, la cultura por el espectáculo y la dignidad por unas monedas.

Les sobra dinero para pautar en todos los medios y para fletar periodistas y tienen poder para sacar del paseo a quienes no comulgan con sus hostias envenenadas, como en el caso del columnista Daniel Pardo del portal KienEtke. Nomalmente inician con limosnitas, compra de conciencias y control de medios, mientras los entes de control no se dan por enterados.

Colombia no es ni puede ser una transnacional. Es su gente incluyendo las minorías  excluidas y maltratadas y su patrimonio cultural y natural, entre otros. ¿Con qué derecho afirman que son Colombia y porqué se permite este tipo de propaganda engañosa?

¿se salva una región cuando le explotan sus recursos, llevándose lo producido y dejando destrucción? Y venden el cuento que construyen el futuro del Tolima, sin contar el daño que causan a su cultura, polarizando a los habitantes de Cajamarca y el Tolima, ocultando verdades sobre el daño ecológico que le están armando al departamento, especialmente en lo relacionado con la llamada Chandetol.

De pronto valdría la pena hacer el intento de buscar  respuesta a algunos  interrogantes:

¿Hasta qué punto es ético la utilización de la propaganda engañosa y la compra de conciencias?

¿Qué es mejor para el Tolima entre un trabajo ocasional para unos pocos  y un desastre ambiental y la miseria para futuras generaciones?

Si el medio ambiente hace parte del patrimonio cultural ¿cómo justifican su fleteo a Chandatol unos amigos de la cultura?

¿Cuál es la razón para que en los medios de comunicación prime el interés comercial sobre el derecho a la información?

¿Qué pasa con el silencio cómplice de gobernantes, legisladores, la academia, la dirigencia  empresarial y gremial y los estudiantes?

¿Por qué el silencio de los que dicen defender la vida, mientras es destruida por transnacionales?

¿Les interesa más el dinero asesino que el futuro de sus  hijos, sus nietos y el Tolima?

¿Los medios de comunicación del Tolima se atreverán a tomar una posición clara frente al medio ambiente?
¿Los hinchas del deportes Tolima no sienten un poco de vergüenza haciendo propaganda gratuita y ambulante con una camiseta de Chandatol?
¿Y las universidades qué? ¿Forman profesionales para servirle a su país , o solamente para conseguir dinero sin tener en cuenta barreras éticas?


ÑAPA: 
En mi época solo robaban los ladrones.
El que vende lo que tiene se queda sin donde sacar.
El golpe de Petro “contra una mesita de noche” sigue con interrogantes.
Nada que llegan al Tolima las Campañas contra la Corrupción.
¿Quién es el rufián de barrio con puñal debajo del poncho?



Credito
HECTOR GALEANO ARBELÁEZ

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