Berracundeo: Tierra y Paz

La tierra ha dado poder y generado conflictos desde que el hombre apareció en el mundo. Se afirma que los problemas de tierras hacen parte de la historia de la humanidad y especialmente en América Latina.

Colombia es ejemplo. Aquí los conquistadores pelearon por tierra, el grito de la independencia fue por asuntos comerciales y de tierras. Camilo Torres se disparó por su trabajo a favor del despojo de tierra a los indígenas a principios del siglo XIX. 

Manuel Quintín Lame daba la pelea por los resguardos del Cauca en 1910 cuando fue conducido a la cárcel de Popayán, amarrado de pies y manos, por un grupo de policías y de pronto aparece un terrateniente a quien llamaban Maestro Valencia que en un gesto de “valentía” abofeteó al amarrado. Lame huye del Cauca y al pasar por el Huila el secretario de gobierno Luis Ignacio Andrade, posterior San Anselmo de Santa Quitelia u otra pendejada parecida, envía una comisión de policía con la orden de dar de baja al líder indígena. 

Asesinaron a más de una docena de sus acompañantes y Lame llega a organizar los indígenas del Tolima, para terminar en Ortega, en esa época un pueblo lleno de tinterillos especializados en legalizar robos de tierra a los indígenas. En las primeras décadas del siglo pasado salieron a flote las malas condiciones de trabajo en las haciendas, los problemas con las comunidades indígenas y los títulos de propiedad de las tierras. Se hace sentir la represión del gobierno y los hacendados. 

Aparecen las ligas agrarias y los sindicatos de la mano del Partido Socialista Revolucionario y del Partido Agrario Nacional. Con el incremento de los abusos y la represión, los campesinos del suroriente del Tolima y del Sumapaz se niegan a recolectar la cosecha de café y salen en masa a defender las tierras tomadas. La única solución del gobierno es la represión. 

López Pumarejo trata de ayudar a los campesinos con la Ley de tierras (200 de 1936), esfuerzo frustrado por la acción de los terratenientes. La presencia de los negociantes de la tierra y de la violencia se hace sentir tanto como la resistencia campesina. Se quema pólvora mojada con la Ley 100 de 1944 y luego aparece Lleras Restrepo con su reforma agraria (Ley 1135 de 1961), reforma sepultada por terratenientes y conservadores con el Pacto de Chicoral (1971). En todo este teje-maneje de violencia por tierra unos jóvenes del sur, especialmente de Chaparral, se organizan en autodefensas armadas para tratar de resistir la embestida de la policía, los hacendados y los pájaros. 

Se inicia así una historia bastante investigada pero poco conocida por los politiqueros y las nuevas generaciones, pero bien aprovechada por quienes ven en la paz un freno a sus ambiciones. Autodefensas campesinas, grupos guerrilleros, ejércitos de civiles al servicio de las fuerzas del estado, chulavitas, pájaros, paramilitares, narcotráfico, mafias, corrupción, impunidad, cortes prostituidas, multinacionales manejando el estado, parlamentarios de pesebrera, homenajes a criminales y tantas otras cosas han sido el cultivo perfecto para el país que tenemos y del cual esperamos salir dando un primer paso con las negociaciones en proceso entre el gobierno y las Farc, así sea en medio de las hostilidades y del accionar de los ejércitos privados que se oponen a la restitución de tierras.

Cifras recientes cuentan muchas cosas sin necesidad de explicaciones. 52 por ciento de la tierra pertenece al 1.1 por ciento de la población y su uso no beneficia al campesino y solo se utilizan para la agricultura 3.8 millones de has. 

De las 21.5 millones aptas para tal fin, se han despojado violentamente o abandonado 6.5 millones de has., casi el 132 por ciento del área agropecuaria del país. Súmele la privatización de parques naturales, islas y costas, “medio país” concesionado a transnacionales del oro y del petróleo que aparecen de abrazo con el gobierno en propagandas engañosas. Se puso de moda la extranjerización de la tierra con venta de grandes extensiones a otros países para cultivar, trayendo la semilla, la maquinaria y la mano de obra, productos que luego exportaran a sus respectivos países. Y aquí no queda nada fuera del deterioro ambiental

Es bueno recordar que el conflicto no fue iniciado por los campesinos, que los actores han cometido excesos no justificados y que el país está controlado por mafias. Esto merece una mirada al futuro y este tiene que ser sin violencia.
 
Ñapa.-Entre la miel:

Tirofijo: “… la guerra no hay que humanizarla, hay que acabarla, …”

Presidente Santos: “… lo que queremos nosotros es finalizarlo (el conflicto) y no humanizarlo…”
 
*Memoria de la Música del Campo en tres áreas:

1.- Desde la iniciación de la resistencia armada

2.- Relacionada con el medio ambiente

3.-Sobre la paz

Credito
HECTOR GALEANO ARBELÁEZ

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