Berracundeo: Vida, medio ambiente y cultura

En la época de Colcultura se realizó un seminario para dialogar sobre definiciones de cultura, entre otros temas, en Villa de Leyva. Sobró pólvora mojada de los doctos oficiales.

Un brasilero se regó con un libro sobre definiciones de cultura. Hasta metí los escarpines diciendo que cultura era lo hecho por la humanidad y que el hombre  utiliza para su bienestar. Un indígena pidió la palabra en la sesión de clausura: dejen de hablar paja que la cultura es vida!

La definición de lo que es vida, alma, felicidad, milagro y fe, entre otros temas, ha brindado espacio para que filósofos y teólogos escriban tratados y ensayos, de pronto no compartidos por los filósofos de lo cotidiano para quienes la vida es compartir, solidaridad, amistad, armonía con la naturaleza, música, alegría, justicia, respeto por los ancestros, amor por la tierra y la libertad, respeto por la vida y la dignidad del ser humano. Eso, filosófica y cotidianamente hablando, es vida, es cultura.

La cultura es vida y no puede confundirse con comercializados espectáculos de medio pelo que atentan contra nuestra identidad cultural. La comercialización y degradación de las manifestaciones culturales no deberían ser auspiciadas por los organismos responsables de la conservación y defensa de nuestro patrimonio cultural tan carcomido por la mediocridad y la corrupción.


La cultura es vida y por serlo incluye el medio ambiente. No es gratuito que varios de nuestros personajes mitológicos sean protectores del medio ambiente, entre ellos el Mohán, la Pata sola y la Madre monte. Nuestros ancestros, los indígenas, siempre han rendido culto a la madre tierra a la que solo han utilizado para su subsistencia y no para destruirla. Vida, medio ambiente y cultura forman una triada que debería ser sagrada para los habitantes del planeta ya que de ella depende su futuro.


La lucha por el control de la tierra, de los recursos naturales, del comercio, de la mano de obra, del capital, de las manifestaciones culturales, incluyendo las religiones y la política, ha generado conflictos de los cuales siempre han salido perjudicados los hombres y el medio ambiente. Se sigue incrementando el hambre y el número de pobres, la injusticia, la corrupción y los problemas de salud, por ejemplo, sin que se avisore la posibilidad de un cambio de los sistemas que le dan prelación al dinero sobre el bienestar del hombre. Un problema casi universal, que es más grave en los países que actúan como colonias. Esto explica, por lo menos en parte, la situación del país y podría abrir el espacio para tocar lo que pasa en el Tolima, algo asi como llover sobre mojado. Llevamos medio siglo padeciendo una violencia iniciada por terratenientes y fuerzas oficiales despojando a sangre y fuego la tierra de los campesinos que se vieron obligados a organizar la resistencia. La historia reciente es parcialmente conocida, incluyendo la institucionalización de la impunidad,, la corrupción, el desprecio por la vida, el abandono del patrimonio cultural y la destrucción del medio ambiente.


Cuando el invierno llega con sus tragedias se habla de la necesidad de proteger cuencas, evitar la tala de bosques, evitar la ganadería en laderas y proteger los páramos. Y se reparten auxilios que se pierden en manos de vivos. Con el verano llega la carreta estacional, los incendios forestales, la pérdida de pastos y cultivos, alza de precios de productos del campo, hambre y auxilios para los vividores de siempre. Y por entre las piernas de tanta habladuría, promesas y contratos se pasean los depredadores del medio ambiente y destructores del futuro del Tolima, encabezados por la transnacional Anglogold, empresa con un pasado más nefasto que el del comerciante radial mencionado por Alexander Correa en su último libro “Algunas sombras; radiografía del periodismo”. Se pasean tranquilos y fletan conciencias mientras el sector oficial se hace el pendejo y los tolimenses roncan en cujas y hamacas viendo la destrucción de su departamento y su futuro.


*.-Ñapa.- Interesante el libro de Alexander Correa, que podría haber sido subtitulado “La corrupción (o prostitución) del periodismo en el Tolima”. Bien informado, datos interesantes y destape de una ollas podridas, incluyendo la inútil fiscalía. Dizque ladran perros, a pesar de la prudencia del autor y de no hacer referencia a los graduados en la Universidad de la Décima ni al doctor Traslado que alfabetizó con una cartilla en la que incluyó a La Dorada como municipio del Tolima y ahora pontifica sobre educación. Le va a sobrar material para la nueva edición del libro y que salga pronto.



Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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