Galopan y relinchan

Se abrió el portillo del coso y se volaron los promeseros a hacer politiquería para lograr el apoyo electorero que necesitan para engañar pendejos, robar al Estado y asegurar impunidad.

Se abrió el portillo del coso y se volaron los promeseros a hacer politiquería para lograr el apoyo electorero que necesitan para engañar pendejos, robar al Estado y asegurar impunidad. Aparecen en la pesebrera renovando sus empresas o grupos, politiqueros condenados por narco-para-política, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, concierto para delinquir, peculado y otras carajaditas, que no daban caché cuando únicamente robaban los ladrones y que ahora dan méritos para llegar al poder a joder a los colombianos. Con dinero, plomo y la colaboración de pandillas  incrustadas en la administración municipal, departamental y nacional, aseguran el respaldo. 

Este es el país que tenemos y la dirigencia que hemos creado o por lo menos tolerado, así pasen sus vacaciones en La Picota u otros centros recreacionales para delincuentes de cuello blanco. Sumémosle el desfile de delfines sobrados de mediocridad que consideran suficiente el respaldo de un apellido sin trayectoria de buenos servicios al país, con rabos de paja y mucho disfrute del poder Solo falta  el sacristán Ordoñez repartiendo bendiciones o maldiciones para permitir el galope tranquilo de los semovientes por entre  la impunidad hacia el poder, para seguir jodiendo al país de los pobres, a las mujeres y a quienes piensan diferente a él.

Caminamos hacia el abismo porque queremos, toleramos y premiamos a los corruptos. Nos  vendieron el cuento que la violencia es el principal problema del país, sin decir que es el principal pretexto para desatender  las necesidades de la mayoría de los colombianos, para incrementar la injusticia y la miseria, para seguir fortaleciendo el despojo violento de tierras y para convertir lo que nos queda en vísperas de jueves. 

Cuando el renco anda cojo y sin bastón ni muleta, el camino se le hace más largo. Colombia camina sin bastón y sin muleta, pero como están las cosas no hay quien se preocupe por dárselas. Es por esto que aquí entre nos, y como quien no quiere la cosa, ¿no se nos ha ocurrido pensar en el país que le vamos a dejar a nuestros hijos y a nuestros nietos? ¡No podemos ser tan indolentes en pensar en uno peor  que el que tenemos y padecemos!

Con sobrada razón, algunos se empeñan en mostrar como próceres, profetas y salvadores, a narcotraficantes y asesinos o a sus descendientes y familiares. Con eso se vuelven dignos de imitar y de nuestra devoción. Así se construye el futuro. Que siga la rumba que nos hacemos los pendejos. 

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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