Al país le conviene el éxito de las conversaciones que realizan el gobierno y las FARC-EP en Cuba. Las partes tienen negociadores de alto vuelo comprometidos con el proceso de paz. Todo parece indicar que han avanzado en el tema de la tierra, origen de la resistencia campesina que generó el movimiento guerrillero y posteriormente la creación del para-militarismo patrocinado por fuerzas del Estado, terratenientes y otros empresarios y que fue aprovechado electoralmente por muchos politiqueros. 

Es lógico, por lo tanto, que en las negociaciones estén en juego intereses políticos. Por un lado, y a pesar de la experiencia con la Unión Patriótica, las FARC-EP esperan intervenir legalmente en política, y por el otro está en juego la reelección del presidente Santos. Ambas partes tienen derecho a  sus aspiraciones, así como los enemigos de estas tienen derecho a mostrar su oposición. Bueno sería que esta se hiciera con la altura que requiere el proceso sin recurrir a métodos no acordes con la situación. No es de buen recibo, por ejemplo, el divulgar secretos militares en busca del fracaso de las negociaciones en Cuba y de un ruido de sables estilo ex jefes de seguridad de Uribe. Tampoco está bien visto lanzar una pre candidatura presidencial, con propaganda contra uno de los negociadores en Cuba, especialmente cuando el precandidatico no ha demostrado capacidades ni para ser inspector de Sugüevita, Boyacá.

No se puede negar que el gobierno representa a los poderosos que se alternan en el poder para defender sus intereses. Es la historia del país. Pero lograr que la violencia deje de ser un pretexto para perpetuar la injusticia y se abran nuevos espacios de participación política es un avance, aunque no de las proporciones que el país nacional reclama. El fin de la guerra permitirá destinar recursos para caminarle a la paz social: educación, justicia, salud, nutrición infantil, agricultura familiar, vivienda, bienestar material y enriquecimiento espiritual. 

Podrán los servicios de seguridad, una vez descontaminados, dedicarse a combatir la delincuencia organizada que incluye a los que montan empresas para robar ahorradores y al Estado, los que extorsionan hasta niños de primaria, los que traman con plagios o títulos no obtenidos, los parlamentarios que volvieron propios los bienes incautados a los narcos y subsisten políticamente con el apoyo electoral violento, los que convierten los presupuestos de cultura en papel higiénico, los que hacen de las universidades simples tiendas de títulos, los que cobran comisión por cualquier contrato oficial, los expertos en robar regalías, los que talan bosques y envenenan ríos, los que fletan medios de comunicación para santificar criminales, quienes han mandado al carajo la moral y los valores, los que por picardías llegan a las cortes y a quienes todo lo hacen por causarle daño al país.

Hay mucho por hacer cuando la violencia deje de ser un pretexto para dejar la nación en manos de criminales. Buen motivo para jugarle a la paz.

Ñapa.-Un bar de la Zona Rosa de Santa Chava, de esos donde sobran las enaguas de colores, entró a la moda decorando el local con pendones estilo pachito: fotos y textos, en el siguiente orden:

1.-Pablo Escobar e Iván Márquez: ¿Quién ha matado más policías?

2. Fritanga, el de La Fantasía, y el procurador Ordóñez: ¿Quién hace las mejores fiesta familiares y con mejores invitados?

3. Uribe y José Obdulio: ¿Quién ha estado mejor conectado con la narco-para-política?

4. Pachito y Uribe: ¿De qué están libres?

5. Pachito: ¡No vote a la loca!