Homenajes y el negocio de la salud

Las buenas lenguas aprovechan la ocasión para dar a conocer lo producido en sus reuniones de ocio.

Dizque están promoviendo una lista para el Congreso, sin el obstáculo de la carencia de moral y falta de ideología, encabezada por Henry Villarraga, el criminal Luis Camilo Osorio y Pachito Santos. Hacen cola el delegado de Pablo Escobar, el concejal borracho de Chía y Carlos Amaya, el de los malabares oscuros con la caída reforma a la justicia. Aunque no se sabe el movimiento al que se afiliarán, se asegura que el lanzamiento de la nueva agrupación se realizará en el homenaje al cuasi exmagistrado Henry Villarraga. Homenaje de agradecimiento por sus servicios al país al haber hecho posible con su actuación la iniciación de una campaña para frenar la corrupción en la justicia. Se confía en que para ese día se tenga noticias sobre las investigaciones que supuestamente se adelantan contra el homenajeado y la verdadera historia de la registradora alterna de purificenses. Confirman la asistencia el absolvedor Ordoñez, los para-políticos del Tolima, la Comisión de Acusación, la delincuencia cultural, los que fletan su consciencia para tirar el petate donde y como lo ordene Anglogold, candidatos a las corporaciones públicas con pasado no biodegradable, los que pagaron por pensionarse en el carrusel Villarraga & Cía., los que ganaron elecciones en la registraduría alterna, profesionales con títulos chimbos, los fiscales paracos y los que convirtieron la salud de los colombianos en un vulgar negocio de pícaros, cada día más fortalecido por el silencio cómplice de los ciudadanos.

Tocando la salud, no sobra traer a cuento este texto del médico argentino Salomón Schächter (www.elpais.com.co/opinion/columna y columna de Elvira Bonilla, El Espectador, nov.3/13):

“Solía ser médico. Ahora soy prestador de salud.

Solía practicar la medicina. Ahora trabajo en un sistema gerenciado de salud.

Solía tener pacientes. Ahora tengo una lista de clientes.

Solía diagnosticar. Ahora me aprueban una consulta por vez.

Solía efectuar tratamientos. Ahora espero autorización para proveer servicios.

Solía tener una práctica exitosa colmada de pacientes. Ahora estoy repleto de papeles.

Solía emplear mi tiempo para escuchar a mis pacientes. Ahora debo utilizarlo para justificarme ante los auditores.

Solía tener sentimientos. Ahora solo tengo funciones.

Solía ser médico. Ahora no sé lo que soy.”

Ñapa: Quien pase varios días en Santa Marta, Cartagena o La Habana y no se dé la vuelta por la playa, se pasa de pendejo.

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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