Llorando y haciendo cola

La Colosa se encuentra en la Reserva Central Forestal de Colombia donde hay 161 nacimientos de agua, recurso natural que corre peligro si los tolimenses no se unen para evitar la tragedia que significa la explotación de la mina en términos ambientales, sociales, de producción agropecuaria, destrucción del tejido social, desertificación de parte del departamento, disminución del agua para consumo humano y la producción de alimentos y desplazamiento de campesinos.

Como siempre, aparecen los defensores especialmente fletados para engañar con el cuento de nuevos ingresos sin mencionar los daños futuros. Nada de mencionar los funcionarios al servicio incondicional de las transnacionales que explotan el subsuelo, estilo ministro de minas, el apóstol protector de la industria extractiva a quien poco importa los derechos de los campesinos afectados.

Con mucha razón en el Informe de la Alta Comisionada de la Naciones Unidas para los Derechos Humanos se dice que gobiernos como los de Álvaro Uribe y de Juan Manuel Santos “han otorgado títulos de minería a muchas compañías a diestra y siniestra sin preocuparse si esos títulos corresponden a zonas protegidas por cuestiones de medio ambiente o comunidades minoritarias o campesinos”.

Sobran razones para recordar que la explotación del oro, desde la Colonia, nada bueno ha dejado en los municipios víctimas de sus operaciones. Solo corrupción, prostitución y desastre ecológico y social. Es lo único que aportan quienes consideran más importante el oro que la vida.

Lo que se vive en Casanare y otras regiones por la carencia de agua justificaría un movimiento nacional contra los responsables de la situación, los que han menospreciado la educación, la investigación, la equidad, la justicia, a las víctimas de la violencia y a los Derechos Humanos. Los mismos que llevaron a la Pastoral Social, a través de Monseñor Héctor Fabio Henao, a manifestar: “Nos preocupa profundamente la presencia de proyectos mineros en territorios de comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas, sin el debido enfoque social y ambiental y la destrucción de la naturaleza selvática del país, pulmón del planeta”.

Las limosnas y la propaganda de Anglogold no pueden ocultar la realidad. El futuro depende del agua y no podemos permitir que la cambien por la destrucción de la naturaleza y del futuro.

Estamos tan mal que el Procurador, tan apegado a sus creencias religiosas, manda al carajo los textos sagrados de religiones monoteístas para caerle encima al alcalde, los concejales y los ciudadanos de Piedras por defender su tierra y su agua. Una mirada no incendiaria a la Biblia, el Tora y el Corán le hubiera servido al Procurador para darse cuenta que estas religiones defienden la naturaleza, incluyendo la tierra y el agua. Si se atreviera a hablar con los indígenas entendería las razones que tienen para defender la armonía con la naturaleza.

Estamos mal y nos rematan con el despelote en la educación, algo por lo que se pavonean la ministra, el presidente candidato y dizque un poco la compañera de lista de Peñalosa. Y la ministra. ahí!. El sector agrario aguantando pérdidas y robo de tierras. Y el ministro, ahí! La salud en cuidados intensivos. Y el ministro, ahí! Las transnacionales mineras. Y el ministro, ahí! El medio ambiente da vergüenza. Y la ministra, ahí! La inseguridad galopa, mientras se tapa el problema entre generales de la policía retirados y la corrupción produce escándalos uniformados. Y el ministrico, ahí! Los partidos tradicionales respaldan a los que nada tienen que aportar. Y Oscar Iván, Peñalosa, Martha Lucía y el presidente candidato, ahí! Y el pueblo haciendo cola para votar.

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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