Maíz, tamal y mistela

El maíz fue la planta sagrada y principal alimento de los aztecas, quienes consideraban a Huitzilopochtli su máximo Dios y la reencarnación del sol, ese ser supremo que dio origen a dioses y religiones. Esta planta sagrada se cultivaba en Centro y Sur América cuando llegó el conquistador, hacía parte de su cultura y se utilizaba de diferentes formas, siendo la chicha, la arepa y el tamal las más comunes.

El indígena molía el maíz en un metate, cocinaba la harina que introducía en un recipiente, al fuego, con carnes y vegetales. Después de varias horas de hervir se tendían hojas soasadas de plátano y sobre ellas se iban colocando manotada por manotada de lo cocinado, y se envolvía. Era su avío para llevar a las jornadas de trabajo y en sus viajes, además la vianda era compañera de la chicha en las celebraciones.

Este tamal, vianda principal del amerindio, se ha conservado como plato autóctono de América, símbolo de una tradición y elemento de identidad cultural, que la comercialización y la falta de sentido de pertenencia ha ido acabando en el Tolima, especialmente en Ibagué, la tierra donde los hombres de Galarza las únicas riquezas que encontraron, según Aguado, fueron “las comidas de maíz”, y la ciudad donde además de no defender las viandas tradicionales se organizan eventos comerciales, ajenos al folclor utilizando el tamal como pantalla para salir con un envuelto de arroz en hoja de plátano y con concursos de “tragatamales” y basura al piso.

Falta que hace quien defienda y promocione la riqueza culinaria del Tolima, por lo que ella significan como patrimonio cultural, para el turismo y para el trabajo e ingreso familiar. Puede ser una corporación, una organización cívica o uno de los carruseles culturales. Solo necesitan un poco de civismo, una introducción al tema cultural y al turístico. Es hora de adelantar una campaña sobre la importancia del maíz y la conveniencia de retornar el tamal original con masa de maíz, tocino, arveja seca, gallina y huevo campesino, carne de res y carne pulpa de cerdo, con su buen riogo u ogado. La hoja de plátano se consigue en cualquier plaza de mercado. Trate de asistir a la ceremonia de su preparación, escuchando música de cuerda hasta el amanecer cuando el cuerpo pide desayuno tolimense: tamal, chocolate, bizcochos y queso. Una oportunidad para rendir homenaje a los ancestros y sentir la alegría de disfrutar la tierra. Después siéntese a preparar la místela: saque la mitad de la botella de aguardiente y llénela con hojas de mejorana, yerbabuena, albahaca o la aromática, o cáscara de cítrico, con la que quiera el sabor de la místela. Tape la botella y guárdela el lugar fresco, donde no le entre el sol, por espacio de dos meses, destapándola todos los días. Al cabo de este tiempo cuela el contenido de la botella dejando el líquido aparte. En otra vasija al fuego introduzca tres pocillos chocolateros de agua, una libra de azúcar, cuatro clavos de olor, una rodaja de limón pequeño y se deja a fuego lento hasta que el almíbar quede a punto de hilo. Cuando enfríe, se mezcla con lo colado y se guarda. Se sirve en copa pequeña para brindar como símbolo de amistad, cuando se inicia la fiesta.

Ñapa.-Se ofrece distinción al organismo de control que investigue el destino de los dineros asignados al Patrimonio Cultural del Tolima.

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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