Pandilla dividida y sin sorpresas

Se sigue vendiendo el cuento que es pecado ser comunista, socialista, indígena, afrodescendiente, campesino, ateo, homosexual o pobre, a los que hay que exterminar mientras se tolera al criminal, a los ladrones del Estado, a las mafias de las drogas y a los ejércitos paracos.

Y ese cuento lo venden fácil los amigos de la violencia que son, en gran parte, del mismo corte o herederos de quienes la iniciaron el siglo pasado, cuando fracasó el intento de López Pumarejo de ayudar a los campesinos.

Su esfuerzo fue seguido por un incremento del precio del café en el exterior, la ampliación de las haciendas cafeteras y el incremento de los conflictos de tierra. Conflictos donde funcionó la alianza entre terratenientes caficultores, legislación contra los campesinos y fuerzas del gobierno reforzadas por chulavitas.

Para salvar sus vidas los campesinos huyeron al monte, cambiando de sitio diariamente hasta que fueron obligados a tomar las armas para resistir. Es por este lado por donde se tiene que mirar el origen de la violencia y no buscar el ahogado río arriba, satanizando a las víctimas y bendiciendo a los criminales.

Es mejor mirar las cosas como son y dejar de preocuparnos por los insultos de la pandilla dividida que disfruta regando agua sucia.

Despelote que debería obligar al presidente candidato a tomar en serio la educación y la salud, los paros campesinos y a mirar qué carajos hace con los ministros de Agricultura, Defensa, Medio ambiente y Educación, con la delincuencia que hace presencia en su campaña en el Tolima. Se despierta o al país se lo lleva Satuple.

Ñapa 1.-Retorna la honestidad y las buenas maneras a la junta de acción comunal de La Pola. Se espera que se inicie rápidamente las investigaciones sobre elementos que no aparecen, cuentas de arriendos, de limosnas y gastos no autorizados.

Ñapa 2.- La paz es un derecho y un deber. No puede depender de la voluntad de quienes se benefician con la violencia. Quienes hemos sido víctimas de la violencia y no hemos conocido un periodo de paz, tenemos derecho a soñarla, por lo menos para nuestros nietos.

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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