S.O.S. de los partidos

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Baldomero Sanín Cano, que bastante escribió explicando la doctrina de su partido, la que tanto defendió, lloraría viendo los ahora jefes del liberalismo.

Un expresidente que llegó al poder con la ayuda de narcotraficantes –no a sus espaldas- y que logró su absolución pagando favores con dinero de los contribuyentes. La experiencia es experiencia. Los recuerdos con El pollo no fueron solo recuerdos de la Trilladora Tolima.

El destape de la forma como logró el triunfo generó investigaciones y varios crímenes que duermen el sueño de la impunidad al arrullo de la injusticia colombiana. Por esta ruta se llegaría al asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, un verdadero crimen oficial. Blanco es, frito se come y la gallina lo pone.

Con semejantes antecedentes delincuenciales es designado secretario de Unasur para ampliar la mala imagen de Colombia y de pronto aprovechar la experiencia del pacto de Recoletos.

Su mamoliado ángel de la guarda en estas pilatunas fue el trémulo Horacio Serpa que volaba repartiendo lo regalado y tenía un conductor que llevaba cajas de regalos y que por saber tanto lo asesinaron. Estos pro hombres están en el mismo talego de mafia-narcotráfico-monita retrechera, talego del cual no han podido salir, a pesar del tejemaneje gobierno-impunidad-corrupción, pero del cual la memoria de los colombianos nos lo dejara salir ni condenados.

Caro y Ospina agotarían sábanas limpiando las lágrimas producidas por los figuroncitos que posan de jefes conservadores. Un presidente del Directorio Nacional tan desconocido como su producción intelectual. Un directorio que fue nido de delincuentes con matracas en la Dirección Nacional de Estupefacientes y otras fuentes de desfalco del Estado. Una reojiada al Tolima deja sorpresas.

Jefecillos que han pasado por todas las trastiendas sin ser aceptados ni en la Casa Panda. Dos beques son suficientes para recoger el producto de su intelecto y su autoridad moral. Ni hablar de los que mudaron cuatro veces de cajas tumbando a nombre del partido.

Por ningún lado se ven líderes liberales o conservadores que defiendan las ideas de sus partidos. Luchan a brazo partido, por darle espacio a sus delfines y por encorbatar familiares y amigos y obvio por comprar el voto de los electores, que se vende como cualquier mercancía..

No defienden su partido, solo los utilizan como trampolín. Ninguno defiende el país porque sencillamente les importa un carajo. La crisis de los partidos, en términos ideológicos, es total. Necesitan ideólogos que defiendan los principios que les dieron origen y piensen más en el país que en votos para garantizar su permanencia en el poder y evitar la renovación.

En las pasadas elecciones se evidenció en varias regiones del país el rechazo a la politiquería tradicional, a la corrupción y a la violencia con el voto de opinión. Un llamado de alerta para que los partidos entiendan que su compromiso debe ser con el futuro del país.

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