De víctimas a victimarios

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La historia reciente del Tolima, sin tocar a José Antonio Galán ni a Manuel Quintín Lame, ha estado enmarcada en problemas por la posesión de la tierra, a los cuales los terratenientes y las fuerzas del Estado respondieron violentamente obligando al campesino a organizarse para defender su vida y sus escasos bienes. Este es el origen del periodo llamado la violencia, en el cual sus promotores, incluyendo el Estado, vendieron la imagen de las víctimas como los victimarios. Este manipuleo de la información se impuso no solo en lo relacionado con el conflicto armado. Se sobró de lote con la corrupción controlada a gran escala a los más altos niveles por próceres que no pasan de ser miembros de vulgares pandillas politiqueras que no se inmutan con escándalos porque, como dueños del poder, tienen las herramientas para pasar de victimarios a víctimas y cobrar indemnizaciones por sus crímenes. Les queda fácil pasar de victimarios a víctimas con la colaboración de periodistas y de medios de comunicación poco interesados en la verdad, sean o no fletados. Se atraviesa el cuento de la monita periodista, experta en chivas sobre paramilitares, que en una visita a un cuartel de estos le dio por ensayar tiro teniendo como blanco a un guerrillo amarrado a un árbol.

Somos muchos los que deseamos éxitos en las negociaciones de La Habana, que no entendemos cómo es posible que se hable de favorecer a los campesinos sin darles tierra, mientras el gobierno entrega ejidos, que debían destinar para campesinos pobres, a grandes terratenientes y empresarios para que desarrollen las famosas Zidres y seguir así favoreciendo a los victimarios del campo y jodiendo a las víctimas.

Hablan mucho de conciliación sin tener en cuenta aspectos fundamentales para lograrla. La cultura, base de todo proyecto con la comunidad, fue ignorada en las conversaciones de La Habana y en el Tolima e Ibagué pinta como billete de tres pesos con la untada de corrupción. Así es muy poco lo que puede aportar y menos si no se atreven a investigar los malos manejos de los recursos para patrimonio cultural (telefonía rural,…) y los carruseles de la dirección de cultura de Ibagué, que untaron al festival folclórico con falsificaciones. Nada indica que les llegan los del aseo. La conciliación exige educación y en el Tolima tenemos instituciones educativas en provincia esperando maestros y la única universidad pública de la región, hoy está culminando el proceso de demolición ética iniciado por Armando Gutiérrez cuando se creyó un milagrero fanático en una inspección de policía por los lados de Santa Helena.

Hablan de la importancia de las regiones y de la participación de los ciudadanos en la solución de sus problemas y al mismo tiempo envían recuas de asesores a amedrentar a los ibaguereños, especialmente a los concejales, para que no participen en la consulta popular a favor de la vida y del medio ambiente, para favorecer a una multinacional que solo puede aportar destrucción y miseria. Mejor que no suelten tantas promesas a las víctimas mientras se favorecen a los victimarios. La conciliación necesita además de la verdad y nada se hace por lograrla. Y falta que nos hace en el Tolima.

*Cuñas culturales:

1.- Purificación.- La parroquia Santuario de La Candelaria va a ofrecer a la región una Semana Santa con la solemnidad y majestuosidad que se merece el municipio como referente de Turismo Religioso.

2.-Taller de Teatro dirigido por Hugo Barrero. Iniciación: 2 de abril. Sede: Academia Arte y Ritmo. Información: 3183071638

3. Marcha sobre rieles la organización del Paseo a Amoyá, sitio tan importante para los chaparralunos como las cuevas de Tuluní y el charco del Chocho. Todos aceptaron con agrado la idea de mi copartidario Arnulfo Moreno. Nos brindamos uno en Los Tres.

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