La riqueza espiritual del Tolima es su cultura, especialmente su folclor. Ese legado de nuestros ancestros que nos permite regresar al campo, a disfrutar la vaquería, la ceremonia de la elaboración del tamal con masa de maíz, como lo hacían nuestros aborígenes, el sabor de la lechona, el encanto de la mistela y el chirrincho, el despertar con el golpe de la tambora anunciando el San Juan e invitando a escuchar rajaleñeros y a bailar nuestras danzas tradicionales, con la alegría que siente un tolimense cuando de su corazón brota el amor a su tierra y a su gente pegados a su piel, con la voz de los abuelos que le recuerdan la obligación de ser honesto y solidario, de respetar el pudor de la mujer, que en el baile lucía faldas que le llegaban hasta los tobillos y, sobre todo, conservar la autenticidad de sus valores culturales.
Nicanor Velásquez nos lleva en canoa por el río que fue su vida, con par pescadores lanzando su atarraya, remando con cuidado para no molestar al Muan y no llamar la atención de la Patasola, mientras guiados por la luna llegamos al embarcadero que conduce al camino que nos lleva al rancho de una morena, con cuerpo de palmera, que abre la ventana para regalarnos un beso.
Nuestro folclor merece respeto y nuestras fiestas populares tienen que dejar de ser simples parrandas de traquetos, donde se degradan los valores y derechos de las mujeres. Menos mal que el Alcalde de Ibagué tomó la determinación de exigir el respeto a la dignidad de la mujer, convertida en objeto de concursos similares a los del ganado lechero.
Bueno frenar el relajo continuo de la carrera Quinta, recuperar la autenticidad de las carrozas y hacer un esfuerzo por rescatar el Festival Folclórico, más untado de malos manejos y de improvisación que de folclor. Se necesita un esfuerzo común enorme y mucho civismo y ánimo de reconciliación para que, especialmente en este momento, se retomen los objetivos que dieron origen al Festival Folclórico de 1959, en plena violencia.
Y hablando de fiesta popular, Purificación da un ejemplo con la celebración del San Juan, Patrimonio Cultural Inmaterial del Tolima, el 23 y 24 de junio. Recata el origen cristiano de la fiesta, con Eucaristía celebrada por el Obispo del Espinal y danzas de carácter religioso.
La participación de la comunidad es masiva; funcionarios de la administración y el concejo municipal, juntas de acción comunal, los campesinos, el magisterio, las instituciones que trabajan con la población infantil, los comerciantes, los músicos y danzantes, los balseros, los amigos de la plaza de mercado, los medios de comunicación, los socios del Club Social, el ancianato y las comunidades indígenas, entre otros.
El Gobernador Barreto, como ya lo había hecho en su anterior administración, lanzó el salvavidas para el San Juan de Purificación de este año, en una buena demostración de apoyo a la cultura y al proceso de conciliación. La administración municipal hace su aporte como los hace Innovar, la Universidad de Ibagué y la Universidad del Tolima. Hasta la Comparsa Vinotinto se metió al cuento
Los guipas tendrán su espacio el 23 por la mañana, con cabalgata en caballitos de palo, juegos tradicionales y otras manifestaciones culturales.
El desayuno tolimense con tamal con masa de maíz, será por grupos de amigos, los de la cuadra, los del barrio, o la vereda. Un ejercicio de integración y de conciliación. La secretaría de Cultura de Puri dicta talleres de máscaras y comparsas para lucirse en el desfile sanjuanero con las carrozas de las diferentes secretarías del municipio. Música ventiada, y de la buena, Pueblito Tolimense, sancocho campesino en la plaza y mucha alegría, como la van a sentir quienes regresan a su tierra al Festival del Retorno a disfrutar la fiesta y a hacer propuestas en beneficio de la tierra natal. Participan en el San Juan de Purificación con Chicha, Chirrincho y mistela y la hospitalidad de los purificenses. Es un goce espiritual para disfrutarlo a la orilla del Magdalena y darse un abrazo de reconciliación berracamente tolimense.
Comentarios