La paz deseada

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Por fin arrancó el tan esperado proceso de paz deseado por quienes como víctimas de la violencia no queremos seguir llorando el asesinato cruel e inútil de campesinos desposeídos de sus bienes por el solo hecho de ser campesinos y favorecer así a los comerciantes de la violencia, a politiqueros corruptos y a mafiosos. Le toca al Gobierno cumplir lo prometido y a los colombianos tomar conciencia que es mejor vivir en un territorio cubierto de flores que en uno con un tapete de sangre de colombianos.

Bienvenidos los contradictores. Tienen derecho a dar a conocer sus opiniones. Deseable sería que su discurso fuera sin odio, sin deseos de venganza y sin intereses politiqueros, como de colombianos que quieren ver el campo lleno de cruces. Llegó la hora para que quienes organizaban marchas contra la violencia, con fines politiqueros, se pongan la camiseta de la paz que reclama y necesita el país, especialmente los campesinos.

Nos toca a todos, desde nuestros campos de acción, hacer y propiciar gestos e reconciliación. En el campo de la cultura el primer gesto de reconciliación se dio con la creación del Festival Folclórico Colombiano, en 1959. La más reciente demostración de la importancia de la cultura en el proceso de paz lo dio Purificación con la celebración del San Juan, 23 y 24 de junio, con autenticidad y participación colectiva, celebración que fue una “fiesta de familia y reconciliación”. Una verdadera fiesta popular. Todos podemos aportar. El empresario puede aportar fuentes de trabajo para reinsertados o colaborar en proyectos dirigidos al campo, se necesitan aportes para colaborar con los jóvenes campesinos que deseen cursar carreras universitarias, las universidades deberían estar en el campo rescatando el pan coger, ayudando a mejorar la producción de los minifundios, lograr la seguridad alimentaria y contribuir a la soberanía alimentaria.

Muchos pueden colaborar tendiendo la mano a las escuelas rurales y ayudando a organizar cooperativas. Todos tenemos la obligación y la oportunidad de aportar y comprobar que nada produce tanta satisfacción en la vida como el poder servirle al necesitado.

La semana pasada se instaló en Bogotá “La Paz Querida”, agrupación constituida para “contribuir a una nueva ética pública que transforme las relaciones sociales entre nosotros hacia el logro de comportamientos respetuosos de la dignidad, incluyentes, equitativos y abiertos a la reconciliación y para apoyar la paz negociada y sus inmensas exigencias”. De la agrupación hacen parte reconocidos defensores de la Paz, entre ellos el Jesuita Francisco de Roux, Cecilia López, Rodrigo Uprimy, el general Medina y el tolimense Alfonso Gómez Méndez. Si hay quienes piensan más en el bienestar de los colombianos que en engañar al país.

** Olga López de Triana.- Un abrazo solidario para su señora madre, su esposo, sus hijos, sus hermanos, familiares y amigos. Fue un ejemplo de solidaridad y vocación de servicio.

Comentarios