Necrófagos

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Nuestros aborígenes fueron las primeras víctimas de la conquista y de la colonia, pagaron con sus vidas y sus tierras la ambición de los conquistadores y los dueños del poder colonial que comenzaron a legislar para legalizar el exterminio y el robo de tierras, dando origen a la grandes haciendas y una clase política que continúa legislando solo para favorecer sus intereses. Las víctimas siguen siendo los indígenas y los campesinos. Y los necrófagos disfrutando lo obtenido con sangre de inocentes.

Los carteles hicieron dinero, se dieron vida de reyes, se tomaron el poder político y hasta deportivo, eliminando o sacando del paseo a quieres no eran de sus aliados, incluyendo miembros de las fuerzas del orden y funcionarios de la justicia.

Llegaron al parlamento, no fue solo Pablo Escobar, y contaron con fiscal a su servicio, Luis Camilo Osorio. Hoy disfrutan tranquilamente del dinero mal habido y las víctimas siguen siendo ignoradas. Es mejor ocultar la verdad y dan la lucha para que no se conozca. Y en esto están teniendo éxito gracias a la falta de un presidente titular y al poder de los necrófagos que todo lo hacen por dinero.

Desaparecieron al gestor cultural, pintor, fotógrafo, teatrero y activista político de izquierda Antonio Camacho, ibaguereño, y casi de inmediato se inició la comercialización de su nombre, pero nunca hubo una investigación del Estado para saber qué pasó, quién o quiénes lo desaparecieron y por qué.

Otro desparecido de cuya suerte nunca la justicia se ocupó, fue el también ibaguereño y activista de izquierda Constantino Ramírez. Desparecido se quedó y hasta el sol de los venados.

Después de la muerte de El Diablo, bandolero del norte del Tolima, apareció un supuesto sobrino declarándose heredero del bandolero, sacando dinero con unos folletines divulgando la ideología de un partido por él creado. La mitad de la publicación era el listado de sus títulos profesionales y especializaciones. Casi firmaba a ruego, pero le salió adelante a Peñalosa y a Macías. El muerto, muerto es y es bocado de ángel para los necrófagos.

Inés Rojas Luna investigó, no creó, danzas folclóricas del Tolima y creó el Ballet Folclórico para montar y divulgar el resultado de las investigaciones realizadas con Misael Devia. Después de la tragedia de Armero el Maestro Gildardo Aguirre, director de las Danzas de Armero, reorganizó la agrupación con el apoyo de la colonia armerita, las llevó a participar en el IV festival Mundial de Danzas Folclóricas, en Palma de Mallorca, en donde obtuvieron el primer puesto en autenticidad y luego hicieron presentaciones en Barcelona y Madrid. A los pocos meses el Maestro Aguirre construyó con recursos propios y sin un peso del Estado, la sede de la agrupación que conserva la tradición armerita.

Quién dijo miedo!!, enseguida aparecieron unos que se autoproclaman únicos herederos de la maestra, sabiendo que hay otros, pretendiendo cosechar riquezas de lo no creado por ella. Nada les debe la cultura de Armero, pero quieren explotar comercialmente a las víctimas.

El Centro Nacional de Memoria Histórica realizó un excelente trabajo dirigido por el tolimense Gonzalo Sánchez, sobre la violencia en Colombia dándole importancia a las víctimas. Esto incomodó a los beneficiados con la violencia y en reemplazo de Sánchez embutieron a un supuesto historiador que afirma que en Colombia no ha existido conflicto, mejor dicho: no hay víctimas. Todo para darle mate al proceso de paz. ¿Qué más se puede esperar?

Ñapa:

“Como en Primavera”.

“Lo que ellos nunca supieron fue que

vendándome los ojos por

tanto tiempo terminaría por

fin aprendiendo a ver.

Tampoco se enteraron de que por

entre las heridas de las cadenas me

retoñaron las ansias de libertad como

malezas florecidas”.

Antonio Camacho Rugeles.

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