Nos hicieron pis

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Nos hicieron pis con la lucha contra la corrupción, también con la defensa de nuestros recursos naturales y con la cacareada promesa de revelar toda la verdad de lo ocurrido en Colombia durante más de cincuenta años de conflicto interno. Pis-to-la que solo se la hacen a los más pendejos y que ha corrido por cuenta de quienes con violencia y corrupción, asumieron el control de los colombianos y de sus instituciones.

Ya los ideólogos y ejecutores de los falsos positivos, quienes se han dedicado a la cacería de los militares honestos que revelaron a la prensa las barbaridades que se ordenan por los altos mandos en los cuarteles, están exigiendo más condecoraciones, premios vitalicios, calidad de aforados y nichos en los templos. Nichos ocupados por los del Cartel de la Toga y repleto de generales del ejército orgullo de la mascotica que pusieron de ministrico, dedicado a buscar calzoncillos de colores, en cercos con alambres de púas.

Y al paso que vamos, debemos alistarnos para seguir la costumbre de los conquistadores de nuestra América, quienes levantaban iglesias en los sitios donde habían masacrado indígenas.

Lo jodido es que son tantos los delincuentes que exigen perdón y beatificación, que no caben en sencillas iglesias y se hace necesario hacer una gran colecta para la construcción de catedrales, con dispensadores de agua bendita, para desaparecer a los testigos veraces y que aparezcan en su lugar los que están al servicio de las mafias, que gozan, ellos sí, de la total protección del Estado.

Mientras se adecúan las Cuevas de Tuluni, donde se beatificarán los delincuentes de todos los pelambres, nos entretienen con el cuento de que lo del Palacio de Justicia fue solo un asado de suicidados, donde las fuerzas del orden adelantaron un sencillo ejercicio militar, acorde con los más altos estándares de respeto a los derechos humanos y que no hubo ningún desaparecido. Es decir, que las imágenes de televisión que muestran personas, saliendo del palacio, desarmadas, con las manos en la nuca, bajo las órdenes de los militares y que nunca se supo que pasó con ellas, son meras alucinaciones.

Todo ha sido una serie de pistoletazos, pero lo que viene ahora, según pronostican los analistas serios de la política es plomo, gracias a quienes se dedicaron a sabotear los diálogos de La Habana, entorpecieron el plebiscito de 2016 manipulando a la gente, para que votaran en contra, argumentando que les quitarían sus tierras y sus pensiones para dárselas a los guerrilleros.

Y, posteriormente, con el presidente Duque a la cabeza, han lanzado ataques mortíferos a la JEP que es la columna vertebral de los acuerdos. Hasta donde aguantará Colombia tantos pistoletazos?

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