De Unasur a Prosur

David Héctor Galeano

Dentro de las pocas propuestas que el presidente Duque ha realizado en materia de política exterior, se destaca la creación del Prosur como organización regional. De acuerdo con lo expresado por el mandatario colombiano “será un organismo de coordinación suramericana, de políticas públicas, en defensa de la democracia, la separación de poderes, la economía de mercado”.

Fue evidente que los gobiernos que ascendieron al poder en los últimos dos años se fijaron como meta la terminación de la Unión Suramericana de Naciones, justificados en lo que señalaron como una “ideologización” del grupo. No bastaron las intervenciones y logros en coyunturas complicadas como fueron: el bombardeo inconsulto de Colombia al campamento de las Farc en territorio ecuatoriano, la crisis boliviana ante los movimientos separacionistas y el fallido golpe de Estado al presidente Correa. En esa primera década, la OEA demostró su inoperancia y anquilosamiento en el tiempo, lo que ratificó en las distintas participaciones de Unasur, que con voluntad política regional y sin la presencia de los Estados Unidos, la región podría resolver sus problemas de forma autónoma.

Sin duda, todos los astros se alinearon para que la Unasur perdiera su rumbo. Diversos factores como la radicalización del discurso contra los EE.UU., la pérdida del liderazgo brasileño y las transiciones políticas hacia las derechas fuertes, propiciaron el espacio y la excusa para dilapidar los logros y esfuerzos por construir un fructífero proceso de cooperación regional.

No obstante, la propuesta del presidente Duque deja más inquietudes que respuestas, dejando entrever que Prosur, es más un acto para congratularse con el gobierno de Trump y una manifestación de miopía política encaminada a borrar de tajo los avances que la organización tuvo bajo la égida de una izquierda progresista.

Se ciernen dudas sobre el objetivo primordial de la propuesta, al mezclar temas de seguridad con el componente neoliberal al referirse a “economías de mercado”. De inmediato surge la inquietud si se habla de un proceso integrador o de cooperación, lo que desde toda perspectiva generaría mas compromisos al tratarse del primer modelo.

Le espera un complicado escenario regional a Duque y su Canciller para llevar a puerto su propuesta. Su carencia de liderazgo se evidencia en el contexto nacional lo que se replica exponencialmente en el plano internacional, escenario en el cual pareciera no tener nada que decir, proponer o negociar en pro de los intereses fundamentales del país, lo que en esencia se erige como el principal objetivo de la política exterior.

En conclusión, si el inexperto presidente colombiano no replantea su rumbo en la arena internacional, sus propuestas de campaña en el tema, se sumarán a la larga lista de incumplimientos del residente temporal de la Casa de Nariño.

Analista internacional

@hgaleanodavid

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