¿El Caribe para cuando?

David Héctor Galeano

Durante toda la semana, se celebra en Santa Marta, la 44º conferencia de la Asociación de Estudios del Caribe, conglomerando ese maravilloso caleidoscopio de culturas, lenguas y etnias que conforman la zona más diversa del continente americano.

Para Colombia, ese Caribe que paradójicamente ha realizado los más valiosos aportes a la construcción del acervo cultural nacional, la economía y en la construcción de los cimientos como estado-nación, continúa luchando por la reivindicación de unos derechos que desde siglo XIX, propugna por alcanzar.

El tema internacional, como política pública no es la excepción. Se refleja en los documentos emanados por la Cancillería, responsable de la política exterior del país. De hecho, solamente hasta la primera parte de la década del 90, en plena apertura económica y en un escenario absolutamente globalizado, se hace referencia al Caribe como una zona prioritaria en el proceso de internacionalización de Colombia, como herramienta para la consecución de los intereses nacionales.

Tuvieron que pasar casi dos décadas, para que se hablara nuevamente del Caribe como prioridad para la política exterior. Al final del gobierno de Uribe Vélez, se promulgó el documento de la Misión de Política Exterior, que en sus líneas dedicadas al Caribe, convocó al Gobierno nacional a dimensionar la importancia y el amplio espectro de posibilidades que representa para toda la nación.

La profesora Socorro Ramírez y el ex vicepresidente Gustavo Bell, desarrollaron un conjunto de estrategias y sugerencias, no solo al poder central, además a otros actores que desde su resorte debían vincularse de manera activa al proceso de internacionalización e inserción del Caribe colombiano a ese Gran Caribe, con el cual tenemos diferencias, no obstante, unos vasos comunicantes que nos obligan a mirarnos entre si y buscar soluciones a problemas comunes que hoy nos aquejan.

Esa inmensa gama de posibilidades que los expertos plantearon, van desde el tema económico-comercial, cultural y por supuesto la educación. En este último sentido, las universidades y las instituciones de educación superior en general deberían tener un rol protagónico, que permitiese reconstruir ese equivocado único imaginario andino que supuestamente nos identifica a tod@s los colombian@s, por una visión que desde la transversalidad, andina, pacífico, amazónico y Caribe, dimensione a Colombia en toda su extensión.

La realidad es que hoy, tanto el Gobierno nacional, como todos los actores obligados a aportar en la transformación del Caribe, siguen en deuda. Las universidades por ejemplo, se sumergen cada día más su mirada hacia Europa y EE.UU., olvidando que son precisamente los problemas que nos vinculan con las islas y los países continentales de la cuenca, los que convocan a esa necesarias sinergias que deben construirse.

Sin duda falta mucho por hacer. Sin embargo, mientras sigamos dejando toda la responsabilidad al Estado, los avances serán escasos o nulos. Llegó el momento que las empresas, las ONGs y las universidades, comprendan que somos multiculturales y pluridiversos y que es precisamente esa característica la que nos distingue y fortalece.

La 44º conferencia de la CSA, me da esperanzas e impulsa los sueños de ver una Colombia integrada a la cuenca del Gran Caribe, su mensaje debe darse a conocer y socializarse. Es un deber de todos.

Analista Internacional

@hgaleanodavid

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