¿Cuál seguridad?

Los marcos generales de los problemas de seguridad, ya no son –como lo eran antes – temas reservados a las cúpulas gubernamentales y de las fuerzas públicas.

Ahora, precisamente por requerir la activa participación ciudadana –corresponsabilidad la llaman los expertos- para alcanzar niveles importantes en reducción de criminalidad y violencia, necesariamente deben ser compartidos de manera permanente con la ciudadanía. Así ocurre, para citar tres casos, en ciudades como Bogotá, Medellín o Santa Marta y sus respectivas regiones colindantes.

Sin embargo, no ocurre lo mismo en el Tolima e Ibagué, y en el inicio de los nuevos gobiernos tanto departamental como municipal, resultaría provechoso el procedimiento de socialización ciudadana de estos temas. O sea, ventilarlos ante la opinión pública, como se ha hecho en otras regiones, por ejemplo, frente al enigmático paro promovido por lo urabeños en el Norte del país, en el que se divulgó por parte de la fuerza pública la estructura criminal de dicha organización, sus zonas de influencia y las estrategias para combatirlas.

Lo que se presenta en el Tolima en estos aspectos, son grandes interrogantes, que ojalá fueran resueltos lo más pronto posible. Aventuremos algunos de ellos: ¿Existen Bacrim en el Tolima? En caso afirmativo, ¿en qué sectores geográficos? Las estructuras paramilitares que existían en el Tolima ¿fueron totalmente desmanteladas? O, ¿aún existen reductos de ellas? O, ¿mutaron en pequeñas bandas criminales? Otro problema: ¿Cómo opera el narcotráfico en el Tolima? En caso de existir estructuras del narcotráfico en la región ¿Cómo se expresan en hechos de violencia?

¿Incide en algo dicho fenómeno en el aumento del sicariato en Ibagué y otros municipios? ¿Han ingresado en las redes económicas y comerciales de la región, y en especial en la capital musical, grandes sumas dinero provenientes del narcotráfico? Y una pregunta final: ¿Cómo actúan y qué poder de perturbación  del orden público tienen las Farc y el ELN en el Tolima?

Las preguntas anteriores se enmarcan en el tema de orden público. Pero, quedan pendientes – y son muchos- los interrogantes en relación con la seguridad ciudadana, en especial, relacionados con conductas que atentan contra la convivencia.

¿Los tolimenses somos cada vez más violentos o pacíficos? ¿Más tolerantes o agresivos? Sin lugar a dudas, a partir de las respuestas dadas a las consideraciones enunciadas, se pueden diseñar de forma armónica y coordenada, estrategias de seguridad para la región, que logren unificar esfuerzos y avanzar con hechos ciertos de convivencia, solidaridad y paz regional. La seguridad entonces, es un problema de todos y para todos.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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