Disparos al aire: La fuerza cultural

El tema de la cultura, constituye sin lugar a dudas, uno de los más urgentes por desarrollar dentro de los objetivos teleológicos de la Constitución de 1991. Y sobre todo, el de convertirlo como lo consagra la Carta en un principio, un valor y un derecho real, construido con la participación amplia, consciente y decidida de la comunidad.

Este objetivo estratégico afortunadamente ha empezado a convertirse en un punto de encuentro y unidad para las personas naturales y jurídicas que en el Tolima, han hecho de la cultura un propósito más que institucional, de clara estirpe existencial. Pero que requiere entenderlo, ante todo, como un problema esencialmente político, o sea, que tiene que ver con el Estado y las relaciones de poder en una sociedad determinada.

    En el Tolima, por ejemplo, con una o dos o excepciones históricas, lo cultural ha sido considerado por los gobiernos departamentales y municipales como tema de quinto orden.

    Por ello, los representantes en los respectivos gabinetes más que para desarrollar políticas culturales son escogidos para pagar flacos favores electorales. De ahí, que no se hayan podido construir políticas culturales a largo plazo en los respectivos planes de desarrollo departamental y municipal, con la participación directa y democrática de los actores culturales de la región.


   Ello ha sido posible, como lo anotábamos atrás, entre otras razones porque los actores culturales no le han dado al tema de la cultura, su necesaria connotación política. O sea, el de hacer valer una estructura orgánica que los represente y alcanzar el goce efectivo de los postulados constitucionales que los amparan.


    Uno de los primeros objetivos vendría a ser el de recuperar la importancia del tema, exigiendo a los mandatarios que el responsable cultural en el gabinete sea postulado por las organizaciones dedicadas a dichas gestiones. Otro, que dichas organizaciones sean convocadas a discutir los Planes de Desarrollo. Y una final, que se garanticen las apropiaciones presupuestales para adelantar las políticas culturales aprobadas.


    Si existe, aquí y ahora en el Tolima, un sano y esperanzador crecimiento organizativo en áreas de importancia social, éste se refleja en el ámbito cultural. Para la muestra dos botones: la Corporación de Organizaciones Culturales del Tolima “Corcultura” y el Concejo Municipal de Teatro de Ibagué, que agrupan, entre otros, en los siguientes forjadores de cultura: Víctor Sánchez, Édgar Varón, Hugo Manuel Barrero, Nanky Castro Prado, Gloria Camacho Rugeles, Jhon Alexánder Torres, Marco A. Prieto, Libardo Olaya, Joseph Urrego,  Miguel Villa, Ana M. Rivera, Gloria Enid Ardila, Gildardo Díaz, Venus Quiroga y faltan más nombres.


    Una pregunta culturalmente indiscreta: ¿No tendría la cultura en el Tolima más fuerza para ayudar a impulsar políticas serias, eficientes y eficaces en la región, si alguno de los personajes anteriormente citados hubiesen sido elegidos -en listas propias de los sectores culturales-  concejales o diputados?. Hacia adelante, con todo respeto cultural, vale la pena pensarlo. Soñar no cuesta nada.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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