Disparos al aire: Lo mismo que antes

La democratización del poder y la riqueza conduce a la construcción de sociedades más justas e igualitarias, fundamentadas en el respeto a la dignidad humana.

Esto lo ha demostrado la historia de la humanidad. Y también, -como diría la reinita – al contrario, o viceversa. O sea, sociedades con concentración excesiva de riqueza y poder en pocas manos, conducen a comunidades desiguales con elevados índices de miseria y obvio, alarmantes problemas de violencia.

Los pueblos que avanzan en democracia integral, caminan con paso firme a vivir mejores días. No es el caso de Colombia, por estas épocas, cuando evidencia que en lugar de democratizar el poder y la riqueza, concentra cada vez más esos dos factores en exclusivas minorías oligárquicas.

Para citar sólo dos ejemplos que generan noticias por estos días: el problema agrario y la expansión del sector financiero.  

Las estadísticas de concentración de propiedad de la tierra en un reducido número de personas, no sólo alarma sino espanta. Sobre todo, por la forma de adquisición de ese dominio, a sangre y fuego, asesinando y desplazando miles de inocentes familias campesinas, hechos violentos que han sido divulgados con espantoso lujo de detalles por mandos medios de criminales jefes paramilitares.

De ahí, que el propósito de devolver la tierra a los desplazados, a pesar de las serias observaciones realizadas por el Senador Robledo, sea loable democráticamente hablando. Pero el trecho es culebrero, en extremo. Estamos a la expectativa, viendo un chispero.

Otra cosa distinta, pero igual de preocupante, lo constituye la expansión del sector financiero en sectores estratégicos de la economía colombiana. Ahora último y en concreto, en la adquisición de El Tiempo.

Ahí no se observa un chispero sino se palpa una realidad: una sola familia controla gran parte del sector financiero, que explota segundo a segundo a la deprimida clase media colombiana; pero no se queda ahí, también controla parte importante de inversión en el sector minero; y avanza, controlando el sector de la construcción; y sigue en inversiones agroindustriales. Y continua concentrando más riqueza y poder controlando los medios de comunicación, TV, Radio, medios escritos.

¿En esas condiciones puede un partido político, proponer en igualdad de condiciones informativas, la separación del sector financiero de las inversiones en medios de comunicación y en áreas de utilidad social?.

Difícil alcanzar esa igualdad democrática, que implica la actividad proselitista de partidos políticos que sin cuestionar esos puntos, logran el apoyo del sector oligárquico en su favor, (con aportes contantes y sonantes, y generosa publicidad) para construir un modelo de Estado acorde con sus intereses y propósitos económicos.

El panorama se avizora entonces, antidemocrático. Con un ingrediente actual: la concentración de la riqueza y el poder en pocas manos, no constituye preocupación alguna para los sabios que diseñan  el futuro de la nación a la altura de sus pretensiones.

Es decir, los terratenientes y los cacaos del sector financiero, por concepción social e institucional, ya están estrecha y compactamente unidos.

En todas las áreas, sobre todo en la política. Y, claro está, no son de izquierda democrática. Entonces, políticamente ¿dónde están militando aquí y ahora?.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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