Bienvenida la derecha

La derecha colombiana –la legal, culta y académica- ha ejercido durante los últimos meses una laborar de cualificación y consolidación conceptual de la democracia colombiana, de verdad, importante.

La derecha colombiana –la legal, culta y académica- ha ejercido durante los últimos meses una laborar de cualificación y consolidación conceptual de la democracia colombiana, de verdad, importante. Es más, ha mantenido en estos meses la iniciativa política, que en terreno del juego concreto y real del poder, es por demás esencial y vital, para conquistarlo, mantenerlo y ampliarlo como lo enseñó desde hace siglos el sabio maestro Maquiavelo.  

En un primer momento, la derecha colombiana ubicó el tema de la paz en un punto estratégico, del cual sólo se podía estar a favor o en contra, sin puntos intermedios. 

Su planteamiento partía de afirmar que en el país no existía conflicto armado sino bandas terroristas, y que la estrategia para alcanzar la paz consistía exclusivamente en derrotar militarmente esos grupos ilegales.

Plantear la existencia del conflicto armado y la viabilidad de conversaciones para alcanzar la paz, constituía de por sí, una posición política que confrontaba la derecha en ese tema. Más importante aún, si esa posición la enarbolaba el Presidente de la República por un lado, confrontada a la otra liderada -dentro de las maravillas macondianas de nuestra patria-, por el anterior Presidente. De esta forma frente al tema de la paz Uribe queda liderando la visión de la derecha –centro y extrema- y cosa simpática: Santos se perfila como abanderado de tesis levantadas hace tiempo por la franja socialdemócrata nacional.

Esta polarización conceptual frente a la paz, fortalece la democracia colombiana, por cuanto permite la presentación de alternativas políticas que conllevan a la organización de un tipo de Estado acorde con los ejes conceptuales propuestos. 

Ahora bien, otro avance de indiscutible importancia para nuestra democracia, y que proviene de la derecha colombiana está relacionada con la presentación de listas a Senado y Cámara. Uribe parece que encabezará lista cerrada al Senado, y este es un aporte significativo –así no esté como tal en las estrategias de ese sector- para avanzar en la consolidación de los partidos, por cuanto le da seriedad partidista a las listas e impide las empresas individuales multimillonarias que a la sombra del aval conquistan curules sin compromiso  con ideología o planteamiento gubernamental alguno.

La importancia de esta decisión es que tiene efecto domino, en cuanto obliga a otras fuerzas políticas, a escoger cabezas fuertes y ojalá a cerrar también sus listas. 

La izquierda colombiana era la llamada a estrenar este mecanismo de seriedad partidista, pero su caminar paquidérmico y sus disputas internas de egos superlativos, la tendrán rezagada –para mal del país- por buen tiempo. Otros campos donde la derecha está aportando en la generación de trascendentales debates se relacionan con temas por demás interesantes: la justicia transicional, la unión de parejas homosexuales, el aborto, para mencionar los más relevantes y en los cuales ejerce indiscutible liderazgo el Procurador Ordóñez, ahora en trance amañado de renunciar.  

En ese sentido, aún desde la orilla de la franja social democrática colombiana, tenemos que reconocer: se mueve el debate conceptual. Más que motivado por la izquierda, promovido por la derecha. Pero lo importante, es el debate. Ahí esta la ganancia.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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